¡Cuánta confusión tiene el varón que se cree hembra, se amputa el pene y construye senos y vagina, pero queda con sus cromosomas tal como cuando nació! Similar enredo mental existe al mezclar las ideas de “políticas de género” con “ideología de género”.

La primera merece apoyo en cuanto procura igualdad jurídica para todas las personas, independientemente de su sexo u orientación sexual. Dos personas homosexuales que deseen casarse deberían poder legalizar su unión, que al fin y al cabo es un contrato civil.

Lo que no deben es, como pareja, pretender adoptar hijos a quienes privan por egoísmo del derecho a tener mamá hembra y papá varón. Aquí entra entonces la “ideología de género”, que procura borrar nociones tradicionales sobre identidad sexual, que deben imprimarse al niño desde chiquito.

El Colegio de Pediatría Estadounidense, en acpeds.org, en su dictamen “Gender Ideology Harms Children” (Ideología de Género Daña Niños), lo explica inequívocamente. Es penoso que procurar equidad jurídica, educación sexual y tolerancia, se desvirtúe por un activismo importado, amoral y nefando.