
Por: Tomás D. Guzmán Hernández
En una histórica cena celebrada el 20 de junio de 1790 se reunieron en la casa de Thomas Jefferson (tercer presidente) en Maiden Lane New York, sus amigos James Madison (cuarto presidente), y Alexander Hamilton (primer secretario del Tesoro, equivalente al Ministro de Economía en RD) en ese encuentro se llegó a un acuerdo histórico que sentó las bases de las finanzas de la joven nación.
Madison aceptó que el gobierno federal asumiese toda la deuda contraída por los estados durante la Guerra de Independencia a cambio de apoyar el traslado de la capital de la nación a orillas del Río Potomac, ubicación favorable a Virginia el estado origen de su nacimiento.
Este hecho muestra la importancia del rol de la política para la aprobación de reformas de gran alcance para las finanzas públicas ya que estas pueden transformar el propio sistema político.
Las negociaciones políticas ayudan a superar obstáculos aparentemente insalvables (lo hemos visto recientemente entre el presidente y los ex presidentes para el caso de Haití y su repercusión posterior en la ONU) y convertirse en una fuerza de transformación institucional.
Las autoridades económicas nuestras que ignoren esa realidad política están condenadas al fracaso. Por suerte, se está en dialogo permanente con diferentes sectores oyendo sus opiniones y pareceres dentro de la realidad política del mundo actual.
Lo cierto es que luego de la cena famosa citada en este relato, unos 18 meses después el gobierno federal estaba en quiebra. El Departamento del Tesoro no se creó hasta septiembre de 1789 y todavía no se habían recibido los primeros ingresos federales.
A pesar de todo, en 1792 el nuevo gobierno logró poner en orden su situación fiscal. Además de asumir la deuda de los estados, reestructuró su propia deuda de guerra al tiempo que desarrolló una sólida capacidad tributaria federal basada en aranceles y unas recaudaciones aduaneras eficaces, estableció el crédito público y creó el banco nacional (el Sistema de la Reserva Federal mejor conocido como la FED se creó el 23 de diciembre de 2013) y promovió el desarrollo de los mercados financieros.
Estas medidas facilitaron al gobierno federal las herramientas que motorizaron la política del desarrollo económico. Evidentemente rara vez en la historia de las finanzas públicas se ha logrado tanto en tan poco tiempo, pero es notorio que la capacidad para gestionarlas fue un proceso profundamente político.
Hoy día, la tecnología está transformando la forma en que los gobiernos captan y gastan recursos.
En nuestra economía como país de medianos ingresos las autoridades tributarias recopilan datos sobre las ventas, los ingresos de personas físicas y jurídicas para cumplir con las múltiples demandas de la población.
Sin duda, al igual que muchos ámbitos las finanzas públicas están en un proceso de revolución digital. Ellas son el arte de recaudar y gastar para brindar servicios y prestaciones, redistribuir el ingreso y nivelar los altibajos del ciclo económico.
El problema está en la eficacia con que las autoridades realizan esta tarea es decir recaudar, procesar y aprovechar una amplia gama de datos por ejemplo cuánto ganan las empresas, los empleados, las prestaciones públicas entre otras.
La base de datos creadas a través de la digitalización está trasformando las políticas tributarias y del gasto como una herramienta que mejora la eficacia del gasto. El diseño de las prioridades mensuales, su cronología es totalmente novedosa.
No cabe duda, de que los sistemas digitales, los formatos de declaraciones de información de la DGII están estandarizadas y conectadas a interfaces electrónicos y así las autoridades tributarias pueden indagar el rico caudal recopilado sobre las transacciones empresariales y los ingresos obtenidos, muchas veces en tiempo real.
En muchos países los sistemas de facturación electrónica permiten acceder automáticamente a datos on line sobre ventas de las empresas eso se debe a los poderosos avances de la tecnología y las mejoras en la recopilación de datos que facilitan un mayor poder de procesamiento a los gobiernos y recaudar impuestos en forma más efectiva.
El moderno centro de cómputo de la DGII facilita y reduce el costo para los contribuyentes de preparar su declaración jurada de impuestos y agiliza el procesamiento para las autoridades.
En Brasil por ejemplo el sistema público de contabilidad digital permite a las autoridades calcular el impuesto sobre la renta de las sociedades comerciales. En China, las facturas se cotejan digitalmente así se verifican que los comerciantes que piden el reembolso del IVA lo hayan cobrado realmente, lo cual es un gran avance en un problema que afecta a los recaudadores en muchas partes del mundo desde hace décadas.
*El autor es economista