La gran parte del personal ha tenido que trabajar horas extendidas en ambientes con altos niveles de estrés y presión.
A más de un año de adaptarse a una nueva forma de vida ante la pandemia por la Covid-19, los trabajadores de la salud, (médicos, enfermeras, bioanalistas, camilleros, técnicos, gerentes de áreas, personal administrativo), presentan mayores niveles de ansiedad, depresión, trastorno por estrés postraumático, síndrome de burnout (estado de agotamiento mental, emocional y físico) y problemas del sueño en comparación con la población en general.
Pues en múltiples estudios realizados a los colaboradores del sector, que han sido los héroes en tiempos de tanta incertidumbre, sobre su salud mental durante la pandemia (Pappa et al.), se ha reportado que más de uno en cada cinco proveedores padecen de ansiedad y/o depresión.
Jeanette Taveras Pérez, psiquiatra de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), señala que la Organización Mundial de la Salud ha destacado la sobrecarga existente sobre el personal de salud, haciendo un llamado a tomar las medidas necesarias tanto para salvar vidas, como para el cuidado de la salud mental de los empleados del área sanitaria.
“La gran mayoría del personal durante todo este tiempo ha tenido que trabajar horas extendidas, en ambientes con altos niveles de estrés y presión, además, del constante dilema moral asociado al reto de poder entregar un servicio de calidad en momentos que se tornan irrealizables, tomando en cuenta la falta de conocimiento y experiencia sobre la enfermedad”, explica la especialista.
Alta frustración
A todo esto se suma la precariedad de recursos ante la magnitud de la circunstancia (escasez de medicamentos, pruebas, espacios y equipos) y con una disminución de colaboradores como consecuencia del confinamiento, creando todo eso un ambiente de alta frustración para cualquier ser humano, afirma Taveras.
Resalta que eso se debe a que durante este periodo de pandemia el sistema de salubridad ha tenido que dar un giro abrupto, en total incertidumbre ante una situación desconocida que avanzó a pasos agigantados y que se ha extendido de forma exhaustiva hasta hoy en día.
La galena añade que a todo eso se agregar el tener que vivir cambios en la atención al paciente, brindando servicios de manera remota, lo que en ocasiones puede reflejarse en un menor nivel de la calidad del cuidado a lo acostumbrado.
Daño psicológico
“Sumando a este conjunto de estresores, no se puede dejar de lado un factor que juega un rol primario en el daño psicológico, que es el alto riesgo que representa para el personal de salud, en especial médicos, enfermeras y bioanalistas, contraer la enfermedad de la Covid-19 y a la vez correr el peligro de contagiar a sus seres queridos y propagar la misma”, indica la médica.
Factores de riesgo
La psiquiatra plantea que existen dos factores de riesgo altamente predictivos de alteración del estado mental a largo plazo, la falta de soporte social luego del trauma y exposición a estresores durante la recuperación del mismo (fallecimiento de un familiar o colega por la enfermedad, conflictos en el trabajo), o secundario a la crisis (conflictos interpersonales resultantes).
Asimismo, agrega que a su vez se han descrito algunas consideraciones sobre cómo proteger la salud mental del personal sanitario en periodos críticos, teniendo en cuenta las siguientes: Reconocer a los trabajadores de la salud apropiadamente por su trabajo, teniendo consideración por su esfuerzo y dedicación, así como también conocimiento claro de su rol y a los retos que se ve expuesto, esto puede ayudar a generar un estado de resiliencia, necesario para superar las adversidades.
Asimismo, informar sobre las afecciones psicológicas potenciales y brindarles opciones de apoyo, recordando buscar tener un abordaje empático que refleje que “está bien no estar bien”.
Grupo vulnerable
Además, la doctora dice que se debe tener especial atención al personal de salud de menor experiencia (como estudiantes, residentes, rotantes), pues pertenecen al grupo de alto riesgo, dado que han tenido que desempeñarse muy por encima de su nivel esperado de competencia, sugiere la médica.
“Debe brindarse soporte emocional e intervenir eficazmente al personal expuesto a situaciones moralmente estresantes (fallecimientos, pacientes complicados) durante la pandemia, que han sido recurrentes, donde se les debe ayudar a manejar estas experiencias, evitando la culpabilidad por lo sucedido”, afirma.
Recomendaciones
“Actualmente no cabe la menor duda que una gran mayoría de los proveedores de salud han podido sobrellevar la situación tan demandante de manera heroica, pero es de suma importancia que los gerentes de área en cada institución tomen las medidas necesarias para proteger la salud mental de su equipo”, refiere la galena.
Taveras también puntualiza que es vital fomentar ambientes donde prime la comunicación abierta y receptiva, sin estigmas o prejuicios, evaluar el nivel de calidad vida, velar por horarios prudentes, tiempo presto para el descanso y esparcimiento, así como facilitar el acceso a los servicios de salud mental de su institución.
Banderas rojas, signos de alerta
Existen algunos signos que alertan cuando algo no está bien, como son:
Disminución del rendimiento habitual. Llegar a deshoras o ausentarse a trabajar. Estar menos comunicativo de lo usual. Evidente distracción o falta de interés en sus deberes. Irritabilidad o indiferencia al trabajo en equipo.