París y el cambio climático

París y el cambio climático

París y el cambio climático

José Mármol

El terrorismo yihadista creyó que con sus sanguinarios atentados del viernes 13 de noviembre diezmaría por horror la París que en esos días organizaba la Conferencia Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP21, que se celebra desde el 30 de noviembre al 11 de diciembre de 2015.

Pero, no. París, Francia, su Estado y su pueblo se levantaron de su propio estupor y como gesto de inconmensurable rechazo a la sed de muerte del fundamentalismo bestial y en honor a las víctimas, su tradición democrática y pacifista, y al clamor de libertad, igualdad y fraternidad ha recibido a más de 150 jefes de Estado, encabezados por las grandes potencias económicas y políticas, y a decenas de miles de integrantes de delegaciones técnicas oficiales, empresariales y de activistas de la sociedad civil, para hacer de la Conferencia de las Partes (COP21) una verdadera cumbre sobre la concienciación mundial acerca de la peligrosidad para la vida de la aceleración del cambio climático, a resultas del calentamiento global y el efecto invernadero, que al ser vinculante de los Estados compromisarios y contar con financiamiento internacional en base a fondos verdes climáticos, trascienda los límites legales y las barreras económico-políticas que no superaron las cumbres de la Tierra de Río de Janeiro 1992 y la de Kyoto 1997, cuyo protocolo sobre la reducción de emisión de gases que provocan el efecto invernadero no entró en vigor sino hasta 2005, sin vinculación de naciones industrializadas y desarrolladas en base a la utilización de combustibles fósiles.

Nuestro país ha estado cada vez más comprometido con el esfuerzo mundial por la mitigación del impacto del cambio climático sobre el presente y el futuro de los ciudadanos y del planeta, cumpliendo de manera estricta con su nivel de emisión de Co2.

La isla que compartimos con la nación haitiana figura como octava en la escala de los diez países más vulnerables del mundo ante un incremento por encima de los dos grados centígrados de la temperatura global en los próximos cien años.

La creciente ocurrencia de ciclones, sequías, incendios forestales, agotamiento de recursos hídricos, baja producción de alimentos, inundaciones, entre otros fenómenos naturales son producto del incremento de la temperatura en el globo terráqueo, un hecho que para una economía que tiene en el turismo y la hermosura de sus playas uno de sus pilares podría tener consecuencias catastróficas.

No obstante, la ingente labor de organismos como El Consejo Nacional sobre Cambio Climático y Mecanismo de Desarrollo Limpio, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, conjuntamente con el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Embajada de República Dominicana en Francia y el involucramiento personal del presidente Danilo Medina, participando de la COP21, empresarios privados y entidades fundacionales y de la sociedad civil han dado una clara señal de esfuerzo conjunto para que República Dominicana se coloque a la vanguardia regional para contener los efectos letales y alcanzar transformaciones profundas de un estilo de vida y de producción que amenaza la sobrevivencia del planeta y de la civilización.

Producir, en mayor escala, energía limpia, renovable y más barata, al tiempo que reducir las toneladas diarias de residuos sólidos, especialmente en los países emergentes, constituye uno de los grandes objetivos para preservar la vida del planeta.

Relevante resultó en la plenaria de presidentes de la sesión inaugural el reclamo de los países de Latinoamérica en el sentido de que se instaure un sistema de justicia climática o ecológica de envergadura mundial, que sancione las agresiones indiscriminadas al ecosistema y a la vida.



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