Para qué educamos

El ser humano, inserto en la generosidad de la existencia, fundado en el amor, se relaciona en la comunicación.
Palabras, gestos, acciones, emociones, caricias, nos comunican unos a otros.
Somos seres humanos en cuanto compartimos nuestra humanidad, desde la sonrisa que una madre le brinda a su bebé, hasta el cálculo diferencial que un profesor le enseña a su estudiante, son actos comunicativos que sin importar su contenido expresan el amor de unos a otros.
Actos comunicativos que somos capaces de compartir porque a su vez lo recibimos de otros.
Educar es comunicar, es el eje de toda experiencia humana, porque somos capaces de enseñar y aprender, nos va en nuestra naturaleza, nos humaniza.
Enseña la familia, los amigos, los medios de comunicación masiva, el Internet y por supuesto la escuela. Saber que enseñar es humanizar define la calidad de toda relación entre personas y privilegiadamente el proceso de enseñanza-aprendizaje en los medios formales, en la escolarización.
La escuela, al igual que la familia y los medios de comunicación, deben hacerse consciente de su gran responsabilidad en lo que enseña y los medios que utiliza en dicha tarea. Toda actividad educativa ha de orientarse por la dignidad inalienable del educando y su derecho a formarse en libertad y realizarse como persona.
La madre, el padre, el comunicador y el maestro deben asumir plenamente su responsabilidad como formador, abandonando actitudes autoritarias o manipuladoras. Se educan personas, no recursos humanos. Humanizamos, no amaestramos.
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