Palo si boga…

Y Palo si no boga! Refrán popular atribuido a la fábula de Esopo: El Molinero, El Hijo y El Asno, y viene a explicar un escenario en el cual no importa cómo hagas o resuelvas una situación, siempre será considerada dicha solución como equivocada.

Tal parece que es el refrán o “slogan” del Fondo Monetario internacional (FMI).

La inconsistencia entre sus diferentes informes en los últimos años, revela que el gendarme de las finanzas mundiales adolece, al igual que los vientos, de consistencia, aunque puede afirmarse que aún predica fundamentos de una macroeconomía sana.

Donde el Fondo vacila es en sus respuestas y recomendaciones, cuyos dictámenes se amparan tras las cortinas del llamado escenario internacional, donde un día sube el precio del oro, otro día baja; un día sube el petróleo, otro baja; un día aumenta el empleo, otro día baja; y así, con esas variaciones, varía también sus dictámenes.

En el caso de República Dominicana, hemos visto requerimientos recesivos, luego expansivos contracíclicos, de nuevo recesivos, que la economía está blindada, luego suceden déficits históricos para lo cual se promueven nuevos impuestos. En fin, de todo un poco, y de errores, demasiados.

Ahora en su última revisión de la economía dominicana deja entrever que, en su opinión, se necesitan nuevos impuestos, que el Gobierno debe moderar aún más sus gastos, que exenciones como las que debaten los industriales de las empresas fronterizas deben eliminarse, que sería saludable que la tasa de cambio se fuese del 41 al 44 para restaurar competitividad y desacelerar el consumo (hacernos más pobres), y unos cuantos consejos más.

Como vemos, cobijados tras las cortinas del contexto internacional, siempre “chivos” con las decisiones que se hacen en el patio, les pega bien al FMI el refrán: ¡Palo si boga, palo si no boga!