La lentitud en la expansión del crecimiento del PIB pone en evidencia que, a nivel global, la economía no está registrando los niveles adecuados para satisfacer el crecimiento poblacional y la respuesta a crisis sanitaria, lo que puede interpretarse como el principal obstáculo a la movilidad social en el mundo. Al respecto, la teoría económica establece que un país de baja movilidad social, es un país que no puede alcanzar altos niveles de desarrollo; por tanto, condena a un elevado porcentaje de la población a vivir en las mismas condiciones en las que nacieron.
Bajo ese enfoque, se puede inferir que tal situación termina limitando las capacidades productivas de un país; en particular, en lo referente a la formación de capital humano, empujando a la economía y a la sociedad a convivir bajo la sombra de la incertidumbre y el caos sistémico. En ese contexto, se colige que en ese esquema se incuba el peor obstáculo al desarrollo, el cual se tipifica como desigualdad social y económica.
Son esos nubarrones que han venido construyendo un horizonte desesperanzador, en esta primera dos décadas del siglo XXI, lo cual queda evidenciado que, a escala planetaria, predomina un modelo económico injusto. Pero resulta que la presencia de la pandemia global ha puesto al desnudo que el crecimiento del PIB estaba favoreciendo a los que más tienen; mientras que la gran mayoría de habitantes de todo el mundo, especialmente los sectores más pobres, estaban quedando excluidos de la dinámica de la economía.
Cabe entender de una manera triste que casi la mitad de los seres humanos que habitan el planeta se quedaron en cero riquezas, como nunca había ocurrido en la historia económica contemporánea. Esto resulta inverosímil, si se compara que concomitantemente se produjo la mayor expansión de personas cuyas fortunas superan los mil millones de dólares, reflejándose así la existencia de una élite que posee una riqueza que se incrementó en 762,000 millones de dólares, lo que es equivalente al monto requerido para que se elimine la pobreza extrema en el mundo hasta siete veces, brecha esta que se ha ampliado con la crisis sanitaria y la parálisis de la actividad económica.
Esta brecha de desigualdad existente pone de manifiesto que la riqueza del mundo está controlada por el 1% de la humanidad; mientras que el 99% ha sido excluida de la repartición, lo que significa que se ha construido un clima de inestabilidad e inequidad persistente en el planeta. En adición, se tiene constancia de que ocho personas concentran la misma fortuna distribuida en 3,600 millones de personas a escala global.
También se sabe que, durante el Período 2008-2013, los ingresos del 60% de los más ricos aumentaron más rápidamente que los del 40% de las personas más pobres en casi la mitad de 84, según el Banco Mundial. Por igual, en el año 2016 el hambre afectó a 815 millones de personas, es decir, al 11% de la población mundial, y a 38 millones de personas más que en 2015, en tanto que, la crisis del coronavirus expone abiertamente la vulnerabilidad de los países y golpea con más dureza allá donde el reparto de la riqueza es más desigual ya que se tiene que 115 millones de personas fueron empujadas a la pobreza en el 2020, lo que en el 2021 se expandirá a 150 millones.
Paralelo a la desigualdad de la riqueza global, se ha desarrollado el mapa global de riesgos con la presencia de lo que se ha calificado como los ciberataques, fruto de la existencia de más de 3,500 millones de usuarios de internet, esto es, el 46% de la población mundial, con 10,000 millones de dispositivos conectados a la red. Esto significa que se ha producido un incremento de un 45% en el índice de conectividad global, lo que sin lugar a dudas coloca a la economía mundial en el epicentro de los nubarrones del riesgo, la cual se ha incrementado en un 75% con el uso intensivo de la virtualidad.
Como resultado de la crisis sanitaria y la caída global de la economía, se tiene la precisión que más del 1 % de la población del mundo ha sido empujada a la pobreza extrema, lo que proyectado de cara al 2030 permite establecer que la tasa de pobreza a escala global se estaría colocando por el orden del 7 %. En adición, se tiene que la desaceleración de la actividad económica global ha provocado que la prosperidad mundial profundizará su estancamiento en todo el 2021.