¿Nos ahorramos un Fujimori?

¿Nos ahorramos un Fujimori?

¿Nos ahorramos un Fujimori?

German Marte

“Mientras más grande es la montaña, más grande será la caída”

Todo indica que los resultados de la “Operación Antipulpo” realizada por el Ministerio Público concluirá con al menos dos miembros de la familia Medina Sánchez y parte de sus más cercanos colaboradores tras las rejas por cierto tiempo.

De acuerdo con las pruebas que dice tener el Ministerio Público sobre lo que ellos denominan “entramado societario” encabezado por Alexis Medina Sánchez, él y los otros 10 imputados habrían sido los responsables de desfalcar al Estado dominicano con más de 4,700 millones de pesos.

Ciertamente es una cifra respetable, sin embargo este caso sería apenas el inicio de una dura batalla contra la corrupción. Es seguro que más adelante se destaparán otros escándalos de corrupción que salpicarán al pulpo y también al tiburón.

Lo más grave de todo es que al frente de esta trama criminal contra el Estado estuviera precisamente Alexis Medina Sánchez, hermano del expresidente de la República.

Como ya muchos de los lectores pudieron ver durante la audiencia de solicitud de medida de coerción contra el grupo, según Yeni Berenice esta gente, incluso dio un “tumbe” al estilo de los narcotraficantes para adjudicarse contratos exclusivos.

Alexis Medina tenía tanto poder que cuando un funcionario le negaba algo de lo que él quería no duraba dos días en el cargo, según las autoridades.

La suerte para el país fue que todo esto ocurría sin que el Presidente se enterara de que su hermano hacía negocios con su gobierno.

Es increíble hasta dónde puede llegar la corrupción cuando se junta con la ambición desmedida (angurria), la falta de honradez y el Poder. De hecho, no hay mayor amenaza para la democracia que la corrupción gubernamental y la impunidad.

Guardando la distancia, este entramado mafioso develado por la Operación Antipulpo es lo más parecido a lo que ocurrió en la década de los 90 en Perú con Alberto Fujimori.
Abusando del amplio respaldo que entonces tenía, Fujimori ejecutó en 1992 un autogolpe de Estado con el apoyo de las Fuerzas Armadas: disolvió el Congreso, intervino el Poder Judicial, Consejo Nacional de la Magistratura, Tribunal Constitucional, Ministerio Público y la Contraloría General de la República.

Además se produjo una tenaz persecución contra la oposición, incluido el secuestro a muchas personas.

El 82% de la población apoyó la decisión de Fujimori contra el Parlamento. Sin embargo, la corrupción de familia y sus más cercanos colaboradores, como Vladimiro Montesinos, llevó a Fujimori a un abismo moral y político del que jamás ha podido salir.

Hoy, a sus 82 años, Fujimori da lástima, no le ha valido implorar perdón. Ni los años de cárcel, ni la presión política de su hija Keiko, ni los amarres de su hijo Kenji, han sido suficientes para conseguir un indulto. Fujimori es un cadáver político. Pero su podredumbre comenzó estando en el poder.

Sé que las comparaciones son odiosas, pero viendo lo que dice aquí el Ministerio Público sobre El Pulpo y el presunto entramado mafioso, uno tiene que preguntarse si acaso el país no se libró de tener en Danilo una especie de Fujimori, o más bien, si acaso se libró él de terminar como “el chinito” de Perú.
El tiempo dirá.



German Marte

Editor www.eldia.com.do

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