No hay hija sin madre

No hay hija sin madre

No hay hija sin madre

Federico Alberto Cuello

Ban Ki-moon aterrizó en Puerto Príncipe dos días después del terremoto. Aquel 14.1.2010 Preval no lo recibió en el aeropuerto.

Cuando por fin se reunieron, lo encontró todavía aturdido por el golpe sicológico que sin duda fue para él la tragedia recién acontecida.
Lo que más impactó sin embargo al 8vo. secretario general de la ONU fue la pasividad de la población en medio de tanta devastación.

“Todos esperaban a que otros recogieran lo que la naturaleza derrumbara o que les pagaran por hacerlo. ¡Sus propias viviendas y negocios!”
Qué diferente fue en Corea, donde después de la guerra toda la sociedad se volcó a reconstruir, a reforestar y a regenerar la producción.

Todos se preguntan en el mundo cómo fue que Corea salió tan rápidamente de la pobreza sin dejar detrás a nadie.
La economía se convirtió en una potencia exportadora en menos de dos generaciones. Es ahora la número 10 en tamaño y la sexta en desempeño exportador.

Todas las sociedades tienen dificultades para encajar cambios tan drásticos en tan poco tiempo. Corea no es una excepción.

La tarea fue menos difícil por hacer lo que hasta ahora pocos habían hecho: organizar su comunidad bajo el movimiento “Semaul Udong”.

Sólo una comunidad organizada podía reconstruir una nación reducida a las cenizas de una cruenta guerra, precedida por 35 años de colonización durante los cuales toda la agricultura y toda la madera y todos los demás recursos naturales se exportaban.

Aportando soluciones locales a los problemas locales, los miembros del movimiento reforestaron las montañas y los valles, repararon las calles y los puentes, construyeron acueductos y alcantarillados, superaron el analfabetismo y reformaron la tenencia de la tierra, entre otros muchos desafíos.

Corea hizo todo esto y mucho más, al punto que hoy su economía es la hija agradecida de esa madre que incubó sus muchos logros.

El 20.4.2023 celebramos en Seúl el 13 aniversario del día de Semaul Udong.
En nombre de los embajadores en Seúl me correspondió pronunciar las palabras de felicitación a los líderes del movimiento, que continúan funcionando y que renueva su membresía con cada vez más jóvenes del campo y la ciudad.

Fue un honor felicitar en nombre de la República Dominicana y de mis colegas embajadores a un país que le ha dado tanto al mundo en tan poco tiempo.
Y que, a través del movimiento Semaul Udong, promueve la organización comunitaria en decenas de países del mundo.

Es otro acto más de las muchas muestras de generosidad que caracterizan a Corea, país que comparte sus políticas públicas y que transfiere sus tecnologías a sus socios más preciados.
Ojalá que el movimiento cale en todos los países en vías de desarrollo.

Pues así como no hay hija sin madre, tampoco hay economía que prospere sin una comunidad organizada que resuelva localmente sus problemas sin esperar intervenciones de terceros, llámense ONG, organismos internacionales o gobiernos.



Noticias Relacionadas