El proceso democrático que vive República Dominicana se encuentra, de un tiempo a esta parte, con ciertos escollos que minan el protagonismo de los partidos políticos y su papel en la construcción de una sociedad auténticamente democrática.
No importa el nombre o el color de la bandera de los partidos. Todos tienen líderes, aunque muchos no se movilicen de acuerdo a planteamientos que contribuyan de manera eficaz y auténtica a la calidad de vida democrática del país y sus ciudadanos.
Se trata de que partidos y líderes incidan, por la vía de aportes y vigilancia oportuna, en nuestro sistema democrático. ¿Para qué? Con el objetivo de que no disminuyan las garantías ciudadanas.
Y dentro de las garantías ciudadanas está el respeto a la vida, el derecho a un empleo digno, a reajustes salariales oportunos.
Los partidos políticos, no importa la posición que tengan, ya sea de oposición o gobierno, deben encaminar acciones que ayuden a la convivencia democrática.
Eso significa que el partido en el poder no debe dejarse apabullar del Gobierno y los de la oposición no necesitan llegar al poder para trabajar por una sociedad auténticamente democrática.
El 2019, un año preelectoral, es el mejor terreno para encaminar acciones en ese sentido.