Las elecciones presidenciales del 2020 apuntan a ser una de las más reñidas en casi cinco lustros de la actividad política dominicana, lo que obligaría a las principales fuerzas políticas a utilizar técnicas modernas de campaña con la finalidad de persuadir y convencer a los electores.
En un escenario en que figuren Gonzalo Castillo, Luis Abinader y Leonel Fernández, encabezando las boletas de los partidos de la Liberación Dominicana (PLD), Revolucionario Moderno (PRM) y el de los Trabajadores Dominicanos (PTD) o Fuerza del Pueblo (FP), respectivamente, éstos tendrían que recurrir a las emociones para la conquista del voto.
En caso de que Fernández supere un eventual impedimento constitucional por haber competido en las elecciones primarias del pasado 6 de octubre, los tres aspirantes presidenciales llegarán a los comicios de mayo del próximo año montados en plataformas de coaliciones y alianzas electorales.
Desde el 1994, cuando se incluye en la Constitución de la República la doble vuelta electoral, que obliga a las agrupaciones políticas a obtener más del 50 por ciento para triunfar en unas las elecciones presidenciales; solamente en 1996 hubo que ir a un balotaje.
Neuropolítica
En las ciencias sociales se ha estudiado a profundidad el rol relevante que juegan los sentimientos y las emociones en la toma de decisiones, como lo representa el voto de parte de los ciudadanos.
En la dirección anterior, una de las disciplinas a la que se recurre para auscultar el fenómeno es la neuropolítica, que estudia cómo interactúan cientos de millones de conexiones neuronales en la mente humana respecto a la toma de decisiones de los electores en el momento en que acuden a las urnas.
Los principales candidatos presidenciales para las elecciones venideras y las agrupaciones políticas que los sustentan, en consecuencia, habrán de aplicar técnicas modernas de campañas electorales, sobre la base de que la inclinación por un político depende no solo de la valoración de factores históricos, políticos, socioeconómicos y culturales, sino también de mecanismos cerebrales de toma de decisiones.
En un estudio reciente, el neurocientífico Diego Redolar, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), sostiene: “En milésimas de segundo, antes de ser conscientes de nuestra decisión, el cerebro ya la ha tomado por nosotros.
Esto ocurre tanto en las situaciones más simples, tales como la elección de un producto en el supermercado, como en las más complejas, como es votar a un candidato político en unas elecciones”.
Y agrega: “Tomar decisiones sobre en quién se puede confiar es importante para la seguridad y el bienestar de las personas, tanto individual como grupalmente.
Para muchos ciudadanos no siempre está claro a quién hay que votar, porque en muchos casos la evidencia de la información no está clara y se desconoce con qué grado de veracidad habla cada candidato.
En elecciones difíciles, varios estudios internacionales, basados en experimentos realizados con técnicas de neuroimagen, muestran cómo el cerebro en algunas ocasiones no puede funcionar de forma racional y entonces es cuando recurre a distintos atajos”.
A nivel científico se ha establecido que en la toma de decisiones, el 70 por ciento corresponden a comportamientos emocionales, 20, racionales, y el 10, reptiles.
Siguiendo la línea anterior, ya a finales del siglo XIX se empieza a cuestionar esta idea del elector racional.
El filósofo alemán Friedrich Nietzsche sentenció, a finales del siglo XIX, que las personas deciden por emociones y sentimientos y la argumentación aparece después para justificar nuestra decisión; en el XX, el neurólogo austriaco Sigmund Freud destacó el protagonismo del yo consciente y destaca el papel de profundas pulsiones inconscientes; y en la actual centuria, el neurocientífico portugués Antonio Damasio observó el error cometido por el filósofo francés René Descartes al defender un yo racional, postulado hace más de cuatro siglos.
De Peña a Trump
En diferentes partes del mundo, el tema del manejo de las emociones ha jugado un rol relevante en la definición de procesos electorales, especialmente en ese siglo.
La República Dominicana, por el ejemplo, registra el caso del extinto líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), José Francisco Peña, cuya derrota electoral se atribuye, en parte, el manejo de sus adversarios de las emociones de los electores.
En los comicios del 1996 no pudo obtener el triunfo, en una campaña en la que se repitió hasta la saturación que una victoria suya abriría el camino para la fusión de la República Dominicana y Haití.
Mientras que en Estados Unidos se documentó que la victoria de Donald Trump, en el año 2016, obedeció al manejo de las emociones de la población votante.
Identificación de los mensajes
—1— Mensajes claves
Las agrupaciones políticas tendrán que caracterizar los mensajes a usar en la campaña, estableciendo mensajes claves.
—2— Conectados
Los mensajes habrán de estar conectados con lo que piensan y quieren los electores.
—3— Bien preparados.
Los candidatos presidenciales deben estar preparados para dar respuestas ágiles.