Cuando los pensadores franceses del siglo XVIII ideaban un Estado con tres poderes, independientes uno del otro, y que a su vez se hicieran contrapeso entre sí, se pensaba en que la Asamblea era el que representaba de manera más heterogénea a la gente.
Los partidos políticos son las estructuras sociales donde la gente se congrega con la intención de alcanzar el Poder para hacer las transformaciones que se entienden necesarias.
Ahora nos encontramos con que las redes sociales son ese magnífico instrumento de la posmodernidad que la gente utiliza para transmitir sus ideas sin ningún colador.
Dicho de manera más sencilla, el Congreso es el Poder del Estado que más representa a la gente, los partidos políticos son las estructuras de la gente que se usan para intentar alcanzar el poder, y las redes sociales son los medios de la gente para compartir sus pensamientos de manera directa y sin filtros.
Y de repente aparece una famosa encuesta Gallup, que por demás es a la que la gente más le cree, diciendo que la gente no cree en la gente.
¿Cómo así? Preguntaría un despistado.
Esa Gallup, que durante la semana pasada publicó el periódico Hoy, señala que las tres instancias en las que la gente menos cree son justamente los partidos políticos, el Congreso y las redes sociales (estos dos últimas con un empate técnico en el penúltimo lugar).
Quienes se han fascinado por el fenómeno de la posverdad pueden entender perfectamente lo que ha ocurrido. Partidos, Congreso y usuarios desenfrenados de las redes sociales han movido tantos polvos que los lodos han terminado embarrándolos a ellos más que a cualesquier otros.
En la actualidad pareciera que nadie cree en nadie, pero en quienes menos se cree es en quienes más se han esforzado para que nadie crea en nadie.