Por: Aneudy De León M.
Cada proceso eleccionario de la República Dominicana desnuda inexorablemente la falta de vocación democrática de una parte importante de nuestra clase política. Obviamente, como dirigente de un partido político, formamos parte de ella, pero tratamos de marcar la diferencia. He aquí nuestro planteamiento sobre los más recientes eventos políticos internos, en particular y no limitativo, las primarias y nominaciones de los restantes candidatos elegidos en primarias y por encuestas del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y otras organizaciones políticas.
Todas esas incidencias me han inspirado para escribir este artículo, como todo analista político, pero también como dirigente comprometido con la institucionalidad partidaria y el bienestar de sus bases dirigenciales.
La regulación de las modalidades de escogencia de candidaturas. – La ejecución de métodos de selección de candidaturas son un terreno fértil para reflejar las falencias de indisciplina, desinstitucionalización de la política y carencia de vocación democrática.
Evidenciamos este panorama a pesar de ser mecanismos, herramientas e instituciones electorales ampliamente ponderados y consensuados por los actores políticos, sociales, económicos y otros que inciden en la política vernácula.
No hay que teorizar mucho sobre esto, solo hay que remitirse a la normativa electoral, y muy específicamente al artículo 45, con todos sus párrafos, de la Ley núm. 33-18, de partidos políticos, del 13 de agosto de 2018, y de manera implícita a la Ley núm. 20-23, Orgánica del Régimen Electoral, del 17 de febrero de 2023; y en el caso de los partidos políticos, los estatutos. Sin temor a equivocarme y sin haber hecho una investigación científica a fondo, me atrevo a afirmar que todos los partidos han reconocido en sus estatutos estas modalidades y facultades para nominar sus candidatos a puestos electivos.
En el caso del PRM, mi partido, está contemplado en el artículo 146 de sus estatutos, además de las resoluciones de la Comisión Nacional de Elecciones Internas (CNEI).
¡Nadie acepta perder! La cultura política dominicana. – Bajo esta realidad que explicamos, no hay derecho al alegato de ignorancia. Aquí, entonces nos surge la interrogante: ¿qué malhadada cultura tenemos en RD que, al parecer, no va a dejar de pulular en la psiquis de los políticos de que ¡NADIE ACEPTA PERDER!?
En la jungla política nuestra aún no hemos logrado aprender que a los procesos electivos se va a perder o a ganar, competir, pero el patrón de conducta es ser irreverente ante la derrota para luego justificar su accionar por poco ético que sea, unos más agresivos y osados que otros.
De modo que, quien pierde y no acusa, entonces se mantiene neutral, no se integra a la campaña del vencedor, comete indisciplina mediante acciones o inercias dañinas. Si no es una de estas, entonces hace el rol de tránsfuga y se va a otro partido donde le puedan aceptar su candidatura.
Una especie de cultura que se convierte en letanía de justificaciones que lo único que hacen es socavar la credibilidad del sistema de partidos y con ello, la democracia. Así, el problema se resume en lo siguiente:
– Si son primarias de voto directo, secreto y universal, le hicieron fraude en el conteo o le compraron votos;
– Si son convenciones de delegados y/o asambleas de dirigentes, se impuso el dinero, el poder interno o el favoritismo;
– Si son encuestas, los números son amañados; la encuestadora eligió un método errado o una muestra equivocada; o la vendieron;
– Si se otorgan reservas partidarias, entonces son candidatos protegidos y privilegiados por las cúpulas partidarias, y por tanto, hubo desigualdad que laceró las posibilidades de ganar;
– En las elecciones generales ponen «palitos» y quien tiene más delegados garantiza el triunfo, porque influye en el colegio electoral –cosa muy difícil en estos tiempos con todas las formas de la comunicación digital de última generación y la regulación de transparencia que gravita en esos procesos–. En fin, se trata de un etcétera enunciativo que no acaba.
No digo que ningunas de esas cosas no existan, no se den o se estén dando. Algunas de esas me las han hecho y hasta prueba de ello tengo. ¿Qué ha hecho este servidor, Aneudy De León M.? Simple.
Seguir luchando en y por mi partido, proteger la marca (PRM), prepararme para mejores oportunidades donde todos mis componentes me permitan ganar. ¿Acaso soy masoquista o romántico soñador? ¿Deberíamos aceptar sutilmente o legitimar estas prácticas? No. Soy institucionalista, también realista, pragmático.
Solo confío en las bases de mi partido, equipo político y mi poder de lograr las cosas con trabajo, determinación, paciencia y fe, porque el tiempo de Dios es perfecto. Y no es porque sea un dogma religioso, sino porque estoy convencido de que es así.
De igual manera, el hecho que estas prácticas antidemocráticas se hayan verificado antes, no quiere decir que estén ocurriendo ahora. Si queremos avanzar democráticamente no podemos vivir bajo el delirio recurrente de que “me van a engañar”. Hay que confiar en lo que hacen las autoridades partidarias, exigir rendición de cuentas y fortalecer con nuestro accionar su credibilidad, porque otro día nos va a tocar a otros asumir el rol. ¡Los hombres pasan, las instituciones quedan!
Por tanto, si usted sabe que existen o pueden darse esas imperfecciones, debilidades, anomalías, algunas naturales y defectos del sistema, otras deliberadas y maquiavélicas; y no está preparado/a para aceptarlas en forma de un «revés», no participe, no legitime la competencia, no sea «CANDIDATO/A». Dedíquese a otra cosa u otra rama de la política: trabaje por su partido y candidatos, realice consensos de apoyos para proyectos políticos presentes o futuros, aporte desde el sector externo, en el laborantismo institucional interno; en la defensa y promoción de su Candidato Presidencial, y problema resuelto. ¡Gánese su espacio!
Esto así porque debemos estar conscientes que no tenemos una democracia perfecta, ni los Estados Unidos la tiene. Muy bien sostuvo, Jean-Jacques Rousseau, en su insigne obra ‘El Contrato Social’, que: “…jamás ha existido una verdadera democracia, ni es posible que jamás exista…”. “Si existiese un pueblo de dioses, sin duda se gobernaría democráticamente. Un gobierno tan perfecto no conviene a los hombres”. Esto no significa, sin embargo, que abandonemos nuestros ideales y compromiso ético, ciudadano y partidario de hacer una democracia mejorable, menos mala, más humana, pero jamás perfecta.
Nada de eso justifica la cultura política de “no aceptar perder”, ni dejar de ser demócrata o paciente en nuestras metas políticas. Porque, salvo insalvables y precarias excepciones, no podemos ni debemos coger de relajo la institucionalidad partidaria, usándola para validarnos cuando los resultados son favorables o nos convienen, y denigrándola, dañando la democracia, la cohesión partidaria y el sistema de partidos, cuando no son favorables a nuestros intereses. La política no debe estar hecha sólo para ganar, también existe para competir y perder; aportar, avanzar y servir.
El mundo, ni nuestras carreras políticas no terminan en una «encuesta» o un proceso eleccionario o en una precandidatura no exitosa. Hay que pensar en el país, primero, el partido, segundo, y tercero, en el legado político que ha de dejar un proyecto político de gobernanza al cual nos debemos.
¡Debemos evolucionar hacia otra cultura política ya! Sabemos que la democracia dominicana tiene sus imperfecciones, sus mañas, cosas con las cuales estoy abiertamente opuesto y las aborrezco junto a los actores que la promueven y practican, no porque me hayan afectado alguna vez, sino porque soy un hombre implacable con la ética y de irreversible e innegociable vocación democrática. Pero, es nuestra democracia, la única que tenemos y un diamante que debemos preservar por el bien colectivo de toda la República Dominicana. ¡El PRM también es parte de ese tesoro! #AnDL – Santo Domingo, D.N. 12 de octubre, 2023. –
#Postdata: Nuestra reflexión en forma de artículo no está dirigida exclusivamente a aspirantes de mi organización política, sino a todos los partidos del sistema. Es tiempo que hagamos un antes y después en la ‘política electoral’, que hagamos de este ejercicio una actividad, al menos, ‘un chin’ más honorable, sensata, noble y responsable. Al final, nos beneficiará a todos.
(**) El autor es jurista, analista y dirigente político.