Cuando has estado lejos de casa por mucho tiempo, cuando estás agotado, cuando te sientes desesperanzado o sumamente entusiasmado… nada mejor que tumbarte en tu cama.
Es donde dormimos, leemos, compartimos momentos íntimos y suele ser la primera compra importante que hacemos cuando crecemos y nos vamos de casa.
¿Cómo nació la cama y qué nos puede decir este objeto cotidiano sobre nosotros mismos?
Katy Brand de la BBC lo investigó.
1. Colchones de la Edad de Piedra
Los colchones más antiguos hallados son de la Edad de Piedra, de hace 77.000 años, cuenta el historiador Greg Jenner.
En las cuevas de Sudáfrica, la gente dormía en colchones tejidos a mano.
«Las cuevas no eran muy cómodas», explica Jenner. Además, «había insectos, bichos… era una buena idea evitar el piso».
Debido a que nuestros antepasados también comían sobre sus colchones, estos se ponían grasientos después de un tiempo, por lo que luego se los quemaba.
«Arqueólogos encontraron varias capas de ceniza», señala el experto.
Jenner también revela que las primeras camas estaban hechas de piedras amontonadas.
Catalhoyuk, en lo que hoy es Turquía, fue construida hace 10.000 años, durante el Neolítico, y es considerada la primera ciudad de la historia. Allí se hallaron plataformas elevadas de piedra usadas para dormir.
2. Los griegos y los romanos comían en la cama
Las camas griegas y romanas eran multifuncionales: servían para dormir, pero también se usaban en las comidas.
De hecho, la palabra «reclinarse» en griego viene de klínē, que significaba «cama« (las personas se reclinaban para alcanzar la comida).
Así que la próxima vez que te lleves unos bocadillos a la cama, no sientas culpa. Simplemente estás siguiendo los pasos de los antiguos griegos y romanos.
3. Colecho con invitados y todo
En la Europa medieval la mayoría de la gente pobre dormía sobre paja y heno, pero los ricos estaban empezando a desarrollar lo que se conoció como la «gran cama».
Era «un enorme mueble», como puede verse en la imagen arriba de la Gran Cama de Ware, hecha en Reino Unido durante la época isabelina.
Estas camas «eran tan vastas, que probablemente podrías meter a todo un equipo de fútbol en ellas», bromea Jenner.
En las grandes camas medievales no solo dormía toda la familia, sino que también se incluía a los invitados.
Aunque parecían muy sólidas, «fueron diseñadas para ser desmanteladas y llevadas al siguiente castillo», cuenta el experto, quien explica que los ricos se movían por sus casas de campo y se llevaban sus preciosas camas con ellos.
4. Un nuevo símbolo de estatus
En los años 1400 y 1500 se puso de moda la cama con dosel.
«Tenían un toldo en la parte superior, llamado el probador y cortinas gruesas con muchos cojines, lo que casi las transformaba en pequeños teatros», describe el historiador.
Estas hermosas camas eran una forma perfecta de lucir la riqueza, porque, entre otras cosas, sus dueños «requerían la ayuda de sirvientes para poder atravesar la elaborada tapicería».
5. La cama solía ser el centro de la vida política
«El período moderno temprano es famoso por las camas de Estado«, afirma la profesora Sasha Handley, experta en este período, que va aproximadamente del 1500 al 1800.
«Dos de los monarcas más prominentes en el desarrollo de esa cultura en las cortes reales fueron Luis XIV de Francia, en Versalles, y el rey Carlos II de Inglaterra, a fines del siglo XVII», dice la experta.
La cultura política barroca tenía en su corazón la teoría del «derecho divino» de la monarquía, es decir, afirmaba que el poder había sido otorgado directamente por Dios.
A su vez, el poder del Estado estaba presente en la persona física del rey y la reina. Por ello, cuanto más cerca pudieras llegar al monarca y sus íntimas rutinas diarias, más favorecido estabas.
En Versalles, los cortesanos más favorecidos eran incluso invitados a observar al rey levantarse y prepararse para el día.
6. Un valioso bien de herencia
En el período moderno temprano las familias invertían una cantidad increíble de dinero, tiempo y recursos en sus camas.
Eso hacía que estos muebles fueran considerados un valioso bien de herencia.
En su testamento, el renombrado dramaturgo y poeta inglés William Shakespeare famosamente le dejó su «segunda mejor cama» a su esposa.
Aunque pueda sonar poco generoso, lo cierto es que en esa época las camas eran consideradas una reliquia valiosa que debía transmitirse de generación en generación, en lugar de entregarla a un cónyuge sobreviviente.
¿Te da curiosidad saber qué pasó con la «mejor cama» de Shakespeare? Es muy probable que se haya exhibido de manera prominente en otro lugar de la casa, probablemente en una de las habitaciones de abajo.
Dependiendo de lo importante que fueras, estas camas podían tener entre uno y seis colchones apilados, y normalmente la cama y sus textiles representarían alrededor de un tercio de tus activos.
Por eso lucir tu «mejor cama» era una manera perfecta de mostrarle a tus visitas qué tan bien te iba y dónde dormirían si se quedaran a pasar la noche.
7. Las camas de hierro
Hasta el siglo XIX casi todas las camas, ciertamente en Europa y sus colonias, estaban hechas de madera.
Pero en la década de 1860, durante la época victoriana, la gente comenzó a percatarse de los gérmenes. Los marcos de madera de las camas, donde solía haber piojos e insectos, fueron reemplazados por estructuras de hierro.
Estas nuevas camas eran más fáciles de limpiar y por lo tanto más higiénicas.
También hubo un cambio en el diseño del colchón y surgió el colchón de muelles helicoidales.
Tomado de BBC Mundo