Moral y cívica en los tiempos actuales

La denominada “hoja de ruta” de la educación dominicana para los próximos tres años escolares llega acompañada de una declaración de intenciones del ministro de Educación, Miguel de Camps, que ha puesto a soñar a los románticos de estos tiempos.
Se trata de la inclusión obligatoria de la asignatura “Moral y Cívica”, componente del eje temático de formación en valores y ciudadanía, que junto a otros cuatro forma parte de la hoja de ruta presentada esta semana.
Los otros ejes son: aprendizaje real desde el aula, empleabilidad juvenil, inclusión sin excusas y descentralización con transparencia.
De la moral y cívica se tiene una visión idealizada como tabla salvadora ante la carencia de urbanidad, la desconsideración ante el otro y el desprecio por los deberes, pero se deja de ver que cuando estuvo presente en la escuela la familia nuclear era una realidad extendida, con la madre presente en el hogar, convertida regularmente en agente de instrucción, guardián de los deberes escolares y vigilante permanente de las buenas maneras de sus hijos.
Esos tiempos pasaron. La madre no puede estar en casa de manera permanente, fruto de una dinámica social diferente, y en muchos casos no está durante largos períodos o no estará nunca.
Hoy día, es cierto, la sociedad dominicana cuenta con padres militantes, pero esos modelos de la nueva paternidad, que junto a las madres de su condición, se hacen presentes en la vida de sus hijos, abundan en la clase media profesional como parte de núcleos familiares más estables y menos extendidos que en la base social.
Es posible, sin embargo, que la moral y cívica de la escuela aporte, y que lo haga como parte de ese elemento multiplicador de comportamientos colectivos en que suelen convertirse los jóvenes, pero para ello habrá que saber conquistarlos para esta cruzada.