En nuestro país hay instituciones que hacen falta algunas que sobran y otras que están sobredimensionadas.
Por ejemplo, los ministerios de la Juventud y la Mujer, junto con una serie de instituciones, como el Consejo Nacional de la Niñez, Consejo Nacional de Envejecientes y otras entidades similares, perfectamente pudieran ser fusionados para reducir burocracia y tener una visión integral de la participación del Estado en la institución llamada familia.
Sin embargo, hay otras que deben surgir, como por ejemplo un Ministerio de Energía y Mina, especialmente visto el impacto que tiene sobre todo el país el tema de los combustibles, la electricidad y ahora la minería.
Varios de esos aspectos están disgregados o enquistados en otras entidades en las que lucen parches mal pegados.
El manejo de los temas relacionados a los combustibles está distorsionando la razón de ser del Ministerio de Industria y Comercio, pues a lo que menos se dedica ahora es a fomentar las dos áreas que dan origen a su nombre: la industria y el comercio.
Sin embargo, los asuntos relativos a la energía están disgregados en una Comisión Nacional de Energía, la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales, la Superintendencia de Electricidad y numerosas empresas públicas y privadas destinadas a generar electricidad o a comercializarla.
Lo mismo ocurre con la Minería, que en los próximos años pasará a ser uno de los principales renglones de exportaciones del país
Con esta simple mirada nos atrevemos a decir que se hace impostergable la creación del Ministerio de Energía y Mina.