Por: Arlette Pichardo Muñiz, socióloga dominicana
El pasado martes 21 de octubre, alrededor de las 4 de la tarde, la colega Virtudes de la Rosa llegó a anunciar que se suspendían la Jornada de Investigación Científica y el Quinto Congreso Dominicano de Sociología. Eventos éstos organizados por la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales y la Escuela de Sociología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
La razón: la tormenta Melissa había llegado a suelo dominicano.
A partir de ese momento, comenzaron las peripecias para el retorno a casa en una ciudad desbordada de vehículos e inundada de agua de lluvia por doquier: una hora y cuarenta minutos para un trayecto que, en condiciones normales, toma apenas 5.
A inicios del año 2000, en República Dominicana: ilusiones, sueños, desafíos y esperanza en torno a las políticas sociales, —publicación del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (CINPE) de la Universidad Nacional (UNA) en Costa Rica—, ya habíamos advertido sobre la importancia y pertinencia de atender los riesgos ante desastres y de las medidas de mitigación de sus efectos.
En aquella oportunidad, como ahora, señalamos que “sin remontarse a la historia colonial, desde San Zenón hasta Georges, pasando por David y la tormenta Federico, y un poquito más atrás Inés, en la temporada ciclónica (…) el territorio dominicano se vuelve proclive al impacto en las vidas humanas, la agricultura, los animales, las viviendas, el tendido eléctrico, la foresta, el cauce de los ríos, entre otros aspectos” (2000, p. 20).
Asimismo, indicábamos que, en situaciones de esa naturaleza, las personas en condición de pobreza material y precariedad social son las más afectadas. De ahí surge el concepto de vulnerabilidad social.
La publicación citada proponía también que “la mejor manera de enfrentar este problema es reduciendo el número de elementos bajo riesgo, por medio de: programas para la promoción y aplicación de políticas y medidas de mitigación estructurales y no estructurales…
- Evaluación y delimitación de las amenazas… y
- Sistemas de información geográfica aplicados …
Más de dos décadas después, los efectos del cambio climático han extendido la temporada ciclónica (usualmente entre mayo y septiembre), como evidencia el paso de Melissa en pleno mes de octubre.
Melissa, ¿fenómeno “atmosférico”? Más bien, se trata de un problema social, “porque afecta a grupos humanos y su atención implica la articulación de la acción colectiva con la responsabilidad individual” (Pichardo, 2021, p. 100).
En ese sentido, el paso de la tormenta Melissa (ahora convertida en huracán categoría 5) nos recuerda la situación vivida con la pandemia del Coronavirus, la enfermedad que paralizó al mundo hace ya cinco años.
En aquella ocasión desarrollamos un modelo de evaluación basado en la identificación de cinco dimensiones (Pichardo, 2023), que hoy, aunque en menor escala, se ven afectadas nuevamente por los efectos de Melissa:
- una pausa en la economía de mercado;
- una disminución en los ingresos provenientes del trabajo y otras fuentes;
- un aminoramiento en las rutinas institucionalizadas (tanto del sector público como privado);
- una presión mayor sobre los servicios básicos (agua potable, electricidad, conectividad); y
- restricciones en el uso del espacio público y en el ejercicio de las libertades políticas.
Estas afectaciones en la vida de las personas ponen a prueba las principales esferas claves de funcionamiento de la sociedad:
- Gobernanza: eficacia, calidad y buena orientación institucional y ciudadana en el grado de preparación y manejo de riesgos (en particular, la oportunidad de las medidas gubernamentales, la celeridad en su implementación efectiva y la transparencia en el manejo de información y acceso a recursos).
- Institucionalidad: flexibilidad y capacidad de adaptación al teletrabajo y a la educación a distancia o remota (que desnuda las asimetrías de acceso y la brecha entre nativos de la tecnología e inmigrantes digitales),
- Política Pública: diseño y alcance de las acciones (como también de las omisiones) frente a los esquemas de asignación de recursos, prioridades y servicios públicos esenciales.
- Participación ciudadana: incidencia de la desmovilización de la ciudadanía organizada, la atomización y la dispersión endogámica de la deliberación pública en la toma de decisiones.
VIDA COTIDIANA; así con todas las letras mayúsculas y en negritas: el ámbito más afectado, sin duda alguna. Ahí repercuten las medidas institucionales y las decisiones individuales en todos los otros campos, como también es el espacio, por excelencia, donde, con los debidos estímulos e incentivos, pueden florecer nuevas formas de relacionamiento social entre las personas y de éstas con la naturaleza.
Como en su momento la pandemia del Coronavirus fue más que una cuestión de salud, el paso de Melissa es más que un fenómeno meteorológico: es un problema social que, como tal, pone en evidencia —una vez más— la necesidad de replantear el estilo de funcionamiento de nuestra sociedad. Ojalá que las autoridades y la ciudadanía presten atención a ese llamado.