La medicina interna es la rama de la medicina que se encarga de atender de forma integral y con una visión global de los problemas de salud de los adultos, asimismo, de la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades que afectan el organismo y que no requieren asistencia quirúrgica.
Ramona Lappot Guzmán, médico internista de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), destaca que los especialistas de medicina interna son expertos en la valoración y trato de enfermedades, tanto comunes como complejas, cuyo diagnóstico es difícil (afecciones extrañas) o a las pacientes que se encuentran afectados por varias condiciones, o presentan síntomas en diferentes órganos o sistemas del organismo.
Lappot señala que esta especialidad médica, a diferencia de otras, no está limitada a un solo problema médico o a un solo órgano (o sistema de órganos), sino que tiene conocimientos de distintas ramas de la medicina.
“A menudo, esta es considerada como la “medicina de los médicos”, esto debido a la complejidad y amplitud de su campo de acción. Es una de las disciplinas más antiguas que existe. Hoy, los médicos internistas continúan siendo los encargados de cuidar y sanar a pacientes con enfermedades comunes, complejas o múltiples.
La experta indica que el internista debe ser el primer punto de contacto para los pacientes adultos que se encuentran en busca de atención médica, ya que muchos pueden confundir sus síntomas y acudir al especialista erróneo, por ejemplo, unas palpitaciones no solo pueden deberse a problemas cardíacos, también se producen por enfermedades tiroideas, ansiedad, reflujo gastroesofágico, descondicionamiento físico o desequilibrios electrolíticos.
Estos desempeñan un rol muy importante en la coordinación de la atención de pacientes con múltiples problemas médicos, también en la prevención de enfermedades, ya que realizan exámenes médicos regulares, evalúan factores de riesgo y brindan orientación sobre cambios en el estilo de vida para promover la salud y prevenir afecciones crónicas o las complicaciones de las mismas (tales como hipertensión, diabetes, anemias, déficit de vitaminas, enfermedad tiroidea y autoinmunes, entre otras).
“El detectar una patología cuando está en una fase inicial, cuando apenas ha presentado síntomas o es totalmente asintomática, asegura mejor pronóstico y permite mayor control de la enfermedad”, enfatiza la médica.
El enfoque integral es lo que distingue al médico internista de otras especialidades, pues al momento de la evaluación se toma en cuenta no solo los síntomas físicos, sino que se presta igual atención a la situación social, sentimental y psicológica del paciente, lo cual permite que se le brinde una atención adaptada a las necesidades individuales de cada persona, plantea.
El paciente
La profesional añade que un paciente no es solo la suma de diversos sistemas orgánicos, sino un ser humano con complejidad ‘bio-psico-social’. Sus diversos aparatos o sistemas biológicos se relacionan entre sí y se ven influidos, además, por las vertientes psíquicas y circunstancias sociales.
La experta explica que, en la consulta, el médico internista realiza una historia clínica completa que incluye los antecedentes personales y familiares, los medicamentos que toma el paciente, los hábitos y el estilo de vida, sus alergias, cirugías previas, tipo de trabajo que realiza, si tiene animales en la casa, las condiciones de su vivienda, lugar donde vive (rural o urbano), relaciones interpersonales, entre otros aspectos de su vida.
También se analizan los síntomas, que tiempo tienen sucediendo, la frecuencia con la que ocurren, la intensidad, el momento de aparición, sus características, qué lo mejora y qué lo empeora, con todo esto, más la realización de un examen clínico lo más completo posible que se puede tener desde la primera consulta, una orientación diagnóstica que se confirmará, si es necesario, con analíticas y pruebas de imágenes. El internista podrá así identificar y poner tratamiento a la dolencia y de ser necesario referirá al especialista que corresponda.
Trabajo en equipo
Lappot precisa que parte fundamental del trabajo de este médico es trabajar en conjunto con las demás especialidades (cardiología, neumología, neurología, endocrinología, gastroenterología, entre otras), lo que permite proporcionar al paciente una atención más completa. Esta colaboración es especialmente importante en pacientes que tienen enfermedades complejas, que requieren un enfoque multidisciplinario.
Chequeos preventivos
Los chequeos regulares con el médico internista también sirven para mantenerse al día con el esquema de vacunas, a detectar algunos problemas de salud antes de que se conviertan en uno mayor, al permitir el tratamiento temprano de algunas condiciones, lo cual aumenta las posibilidades de éxito del mismo.
En los pacientes con enfermedades crónicas, estas consultas ayudan a mantener un mejor control de las mismas, lo que disminuye la posibilidad de aparición de complicaciones.
En relación con la prevención, el internista también puede orientar y ayudar al paciente a tener hábitos de vida más saludables, tales como mejorar la nutrición, recomendaciones de ejercicio físico, medidas para combatir el estrés, exámenes de rutina que debe hacerse y la importancia del descanso.
Esencia
— Médico de cabecera
“El internista representa el tradicional médico de cabecera con capacidad de realizar un abordaje integral de la salud y la enfermedad tanto en el ámbito ambulatorio como en el hospitalario”, plantea Ramona Lappot.
Las funciones de la especialidad
Las funciones que esta especialidad trata son el tratamiento hospitalario a pacientes con diversas patologías: autoinmunes, metabólicas, sistémicas, entre otros; también atención integral a personas de alto riesgo o con enfermedades crónicas, por ejemplo, hipertensión arterial o diabetes y asistencia a los mayores con patologías diversas.