Más sobre la Casa del Merengue

Más sobre la Casa del Merengue

Más sobre la Casa del Merengue

Rafael Chaljub Mejìa

Sobre la creación de la Casa del Merengue debo insistir con todo el énfasis posible en la necesidad de semejante institución, porque no se entiende cómo a un atributo tan importante de la identidad de nuestra nación y nuestro pueblo como el merengue, se le ha llegado a ver tan solo como negocio mientras se menosprecia su significado y su valor como expresión cultural de la dominicanidad.

Cuál es su raíz, su historia, la capacidad que ha tenido para representar al pueblo que lo ha creado y que al mismo tiempo se expresa en él.

Cuál ha sido su trayectoria, quiénes han sido sus precursores y cultivadores, sus personajes, las fuentes y motivos que les han servido de inspiración y cuál la importancia de preservarlo. Todo eso está ahí, pero disperso, a riesgo de que termine por perderse.

Hubo aquí un incansable folclorista llamado René Carrasco, que recorrió el país y comprobó la gran riqueza cultural que poseíamos, montó espectáculos de música, bailes y cantos y escribió sus ideas bajo un título que era una mezcla de llamado de alerta y de lamento hondo y desconsolado: “Lo que se pierde en Santo Domingo”.

No sé cómo logró mantener abierta una especie de casa del folclor denominada La Cueva Colonial, donde un día cualquiera lo encontraron muerto.

Lo que se perdía entonces en Santo Domingo se sigue perdiendo hoy, solo que a velocidad más rápida y con menos justificación que antes, porque hoy se dispone de medios y recursos con los cuales Carrasco y sus colaboradores jamás contaron. Aquí hay gente que trabaja por preservar nuestra herencia cultural y a veces hace más de lo que puede.

Pero se trata de esfuerzos individuales y así siempre será muy limitado lo que pueda hacerse.

La creación de la Casa del Merengue sería un paso trascendental y bajo esa convicción es que voy a proponérsela al Estado.

De momento, me atrevo a solicitar la intervención pública de folcloristas y merengueros, de periodistas e historiadores, de productores y comentaristas de programas de arte, empezando por los que me quedan más cerca, mis amigos del programa radial Para Contarte, Miguel Rivera y el maestro Aridio Castillo, Luis Crousier, el Negro Lindo, mi amigo Alex, las bellas Mabel y Yocasti; de ellos y de todos pido el aporte de su opinión favorable que siempre será muy importante.



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