BOSTON – El pitcheo ceremonial más espontáneo de la temporada ocurrió el lunes por la noche en el Fenway Park.
El público de Boston respondió con una gran ovación cuando dos campeones de Serie Mundial saltaron al terreno.
El dominicano Manny Ramírez fue el centro de los aplausos, que fueron incrementando cuando su compatriota David Ortiz corrió hacia la loma para abrazarlo.
De pronto, el Fenway regresó al 2004.
Lo bonito del momento — ocurrido antes del triunfo de los Medias Rojas 5-2 ante los Tigres — es que nadie lo esperaba.
Ramírez llegó sin previo aviso. La presencia de Ortiz también era un secreto. El “Big Papi” le otorgó a Ramírez la placa del Salón de la Fama de los Medias Rojas.
El 26 de mayo, el Salón de la Fama de los Medias Rojas exaltó a Ortiz, Rich Gedman y Dan Duquette, quienes recibieron sus respectivas placas esa noche. Sin embargo, Ramírez no pudo asistir.
“Es el único chico que faltaba por recibir su placa. Vino e hizo el primer pitcheo el lunes”, dijo el manager puertorriqueño de los Medias Rojas, Alex Cora, quien jugó junto a Ramirez durante cuatro temporadas. “Por eso es que es quien es”.
Tal vez resultó más especial que el dominicano haya ido a recoger su placa tres semanas después.
“Es increíble”, dijo Ramírez. “Nunca pensé que esto pasaría. Volver a Boston y [recordar] todas las cosas que pasé [cuando estuve acá]. Recibir esto de esta manera es impresionante”.
Ramírez es recordado por ser uno de los jugadores más productivos y más enigmáticos en la historia de los Medias Rojas.
Siempre se las ingeniaba para hacer del juego más entretenido, ya sea ingresando al Monstruo Verde durante un cambio de lanzador, cortando un tiro de Johnny Damon o dándole la mano a los aficionados en plena acción de juego.
El mes que viene, Ramírez irá a Cooperstown, N.Y. para apoyar a su amigo Ortiz, quien fue elegido para ingresar al Salón de la Fama en su primer año de elegibilidad.
En esa misma boleta, Ramírez recibió apenas un 28.9% de los votos, quedándose corto del mínimo de 75% para ser exaltado. Ramírez estará en la boleta durante cuatro años más, siempre que reciba el mínimo de 5% de los votos cada año.
Aunque los números de Ramírez están a la altura de Cooperstown – .312/.411/.585 con 555 jonrones y 1,831 carreras empujadas, además de innumerables momentos de peso en la postemporada – fue suspendido en varias ocasiones por el consumo de sustancias prohibidas.
Sin embargo, Ramirez dice que no será un momento agridulce para él cuando vea a Ortiz ingresar a la inmortalidad.
“No, no, no. No pienso en eso, porque yo sé lo que hice”, señaló Ramírez. “Me ha ayudado a apreciar más mi vida – mi familia e hijos. ¿Sabes? Prefiero renunciar al Salón de la Fama que a mi familia e hijos. Ellos son los que me regalan más alegrías. Más que estar en el Salón de la Fama”.
Aunque Ramírez también tuvo una gran carrera con Cleveland – sus números son prácticamente idénticos a los que tuvo en Boston – el dominicano recuerda sus años con los Medias Rojas como los mejores de su vida.
De hecho, probablemente no hubiese forzado a Theo Epstein a cambiarlo a los Dodgers en la fecha límite del 2008. Ramírez admitió el lunes que hubiese deseado que su pasantía por el equipo hubiese durado más de ocho años.
“Ojalá”, dijo Ramírez. “Pero todo salió bien”.
Ramírez se dio cuenta el lunes de que siempre será bien recibido en el Fenway.
“Esto me hace sentir en casa. Esta es mi casa”, dijo Ramírez. “Boston. Estos aficionados. Son los mejores. No importa lo que hagas, siempre te recordarán y apoyarán”.