Mi columna de hoy es macabra.
No puede ser de otra manera, después de enterarme de que, no conformes con quitarles la vida a dos seres humanos, los victimarios les cortaron la cabeza y les mutilaron las manos.
¡Horror!
¿Ajuste de cuentas por drogas? ¿Crimen pasional? ¿Acto de demencia?
Cualquiera puede ser la causa, pero el crimen sigue teniendo connotaciones dramáticas que no podemos dejar pasar por alto y seguir nuestro camino como si tal cosa.
No transcurre en esta nación un día sin que los medios de comunicación no reporten un asesinato, un linchamiento, una golpiza mortal, una violación o un desfalco descomunal.
Hay que hacer algo para detener la ola de criminalidad que nos azota, sin convertirnos nosotros también en criminales. Difícil tarea, ¿verdad?, pero hay que hacer algo.
Las autoridades tienen ante sí un reto colosal, al que deben unirse los buenos ciudadanos que sueñan con un país civilizado. Unámonos todos en una gran cruzada sin colores políticos, cuyo enemigo común son los antivalores sociales. Salvemos a nuestra patria, todavía estamos a tiempo.