El pasado sábado 2 de septiembre, el precandidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno y presidente de la República, Luis Abinader, apareció en el primer acto político/electoral desde que ganó las elecciones del 5 de julio de 2020.
En dicho acto, realizado en el polideportivo de Sabana Perdida, en el municipio de Santo Domingo Norte, el presidente comenzó a delinear los fundamentos que sustentan sus aspiraciones de seguir dirigiendo la República Dominicana en el período constitucional comprendido entre 2024 y 2028.
En un montaje dominado por un vistoso y moderno escenario, con la presencia de una vigorosa representación de la juventud de la circunscripción electoral #6 de la provincia de Santo Domingo, el presidente marcó el inicio de un corto pero efectivo período de contactos políticos con la dirigencia del partido, así como con segmentos poblacionales que gravitan al margen de la estructuración partidaria, tendente a lograr una votación representativa para la elección interna del domingo 1 de octubre.
El PRM es la única organización del sistema que se abocará al modelo de primarias cerradas para la escogencia de su candidato presidencial.
Este periodo de precampaña ubica al compañero presidente en el centro del debate. La favorabilidad de la que goza, expresada en todos los estudios de opinión que se realizan, constituye un reconocimiento al gran esfuerzo desarrollado al frente del poder Ejecutivo en poco más de tres años de ejercicio.
En contraposición, se encuentra la persistencia de la oposición, en una marcada intención por restar méritos al proceso de recuperación que vive la economía dominicana, en medio de convulsiones en la política transnacional.
Primer tiempo del gobierno
Luis Abinader asumió el gobierno en medio de circunstancias tan especiales como apremiantes; una pandemia de repercusiones sanitarias y económicas globales; un posterior conflicto geopolítico entre Rusia/Ucrania, desde febrero del pasado año con bombardeos en territorio ucraniano, pero con implicaciones en el resto del mundo.
Un registro inflacionario en las principales economías mundiales y en economías en vía de desarrollo, como la de República Dominicana.
La situación en la política doméstica ha corrido, desde agosto de 2020 a la fecha, con sus complejidades. El gobierno dominicano tuvo la entereza de reactivar la economía post pandemia; restituir el turismo como fuente esencial de generación de divisas y empleos; restablecer los empleos perdidos por la crisis sanitaria; manejar las consecuencias del aumento de precios de los productos de la canasta básica, asociado a la afectación por problemas en la cadena de suministro, en el aumento de los commodities, etc.
En fin, enormes dificultades que Luis Abinader ha sorteado con efectividad.
Retos en tiempos electorales
En el actual contexto preelectoral, a pesar de los reiterados llamados de la Junta Central Electoral, los partidos, fundamentalmente de oposición, han lucido desafiantes frente al órgano rector de los comicios, en el intento de imponer reglas claras en la fase pre eleccionaria.
Al apelar a un discurso revestido de acidez, la oposición política procura imponer su criterio, para de ese modo, continuar en las calles promoviéndose sin un mínimo de control, como ha venido produciéndose desde hace más de un año.
Tanto el gobierno, como los organismos de dirección del Partido Revolucionario Moderno han actuado con madurez y respeto a las leyes. Los actos realizados, hasta la fecha, cumplen con las especificaciones impuestas por la JCE: desarrollo de eventos políticos proselitistas bajo techo, sin entorpecer la libertad de circulación de terceras personas.
La lucha del pasado y el futuro
El inexorable paso del tiempo reconfigura la manera de actuar de los seres humanos. En los registros históricos de los últimos siglos se evidencian avances constantes en lo social, en lo político, en lo económico. La sociedad del siglo XXI es el resultado de la evolución y del permanente y sistémico cambio.
La realidad dominicana se enmarca dentro de los patrones de cambio y evolución a los que hacemos referencia. Nuestra sociedad abraza nuevas causas, persigue nuevos objetivos, defiende nuevos postulados y, consecuentemente, espera más respuestas y eficientes resultados.
La política en este espectro demanda de renovación y nuevos propósitos. El pasado, desprovisto de supervisión, de fragilidad institucional, pretende reaparecer a través de fórmulas conocidas, delineando mensajes huecos, acogiéndose a la añoranza de que “todo tiempo pasado fue mejor”, como manifiesta en su libro “El Túnel”, Ernesto Sábato. Pero esto no resulta así, en el pasado han ocurrido hechos desafortunados y, hoy, se manifiesta una pretendida intención de querer apostar al olvido.
El país cambió, y lo ha hecho ante los ojos de la misma clase política que busca resultados distintos fomentando las mismas prácticas. La sociedad dominicana, estimulada por la incidencia y disrupción tecnológica, se siente más empoderada en sus demandas y con mayor propensión al análisis, fruto de la disponibilidad de información que posee.
Luis Abinader, en los comicios de 2020, fue el resultado de la ruptura con el pasado, y de la conexión con un presente matizado por la recuperación y dinámica económica, y de un futuro promisorio de estabilidad y progreso.
Ahora que soplan los aires electorales y de precampaña, debemos marcar las diferencias entre el pasado y el futuro, entre los que promueven la transparencia, la eficiencia en la gestión pública; quienes respetan la separación de los poderes públicos, frente a los que se retrotraen a los modelos agotados de gestión, de espaldas a la supervisión y al escrutinio público.
En esta nueva cita del pueblo dominicano con su democracia e historia, convencido estoy de que Luis Abinader simboliza la más auténtica expresión de cambio, de avance y evolución.
*Por Roberto Ángel Salcedo