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Los robos de retrovisores

La calidad de vida del dominicano se está deteriorando de manera paulatina frente a nuestros ojos, no solo por asuntos materiales, sino por la pérdida de intangibles que hacen más agónico el diario vivir.

Una de las riquezas intangibles que tiene cualquier pueblo es vivir tranquilo, sin sobresaltos, confiado. En definitiva, sentirse seguro tanto en su hogar como fuera de él.

Los dominicanos estamos perdiendo esa sensación de sosiego al salir de nuestros hogares para realizar cualquier diligencia o simplemente de ocio.

Ya desde hace mucho hemos convertido nuestras casas en fortines o prisiones privadas. El dominicano común se ha visto en la obligación de poner rejas en todas las puertas y ventanas por temor a los robos.

Caminar en calles y avenidas ya conlleva los sobresaltos de poder ser asaltados en cualquier momento. Se está deteriorando la confianza con la que vivíamos.

El colmo se refleja con lo que está ocurriendo en varios sectores de la capital, que los dueños de vehículos han tenido que ponerles “rejas y candados” a los espejos retrovisores para evitar que rateros se los roben.

Es decir, se le adiciona el sobresalto de que cuando usted salga en su vehículo y lo deje estacionado, al regresar podría descubrir que le robaron uno de los espejos retrovisores de su automóvil.
La sensación de inseguridad deteriora su calidad de vida.

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