Difícilmente usted converse con una persona sobre el recuerdo que tiene de los ríos ligados a su infancia y no le hable con nostalgia y alarma.

Una conversación de este tipo llevará a un lamento del deterioro del río, cualquiera que sea, que le llegue a la mente a su interlocutor para remembrar su infancia.

El ejercicio, sin ningún rigor científico, le permitiría comprobar la degradación que han sufrido nuestros afluentes con el pasar de los años.

El denominador común de la gran mayoría de nuestros ríos en los últimos años ha sido su marcado deterioro.

Ciertamente, algunos afluentes, como por ejemplo Nizao, han sido represados en varios puntos para aprovechar al máximo sus aguas, en vez de que estas se vayan al mar sin mayor utilidad. Pero no cabe duda que el deterioro de la mayoría ha sido por actividad humana inadecuada y en algunos casos hasta criminal.

La preservación de los ríos debe ser declarada una prioridad ambiental de República Dominicana, pues son esenciales para la producción de agua dulce vital para el consumo humano, el riego y la generación de energía hidráulica.

Y en esa dirección debe actuar el Estado, tanto en su rol de hacedor de políticas públicas como en sus funciones represivas para quien violenta las leyes.

Muchos de nuestros ríos son rescatables, aun estamos a tiempo para salvarlos.