El mejor aliado del delito es la impunidad. La falta de castigo no solo incentiva al que delinque a seguir haciéndolo, sino que promueve el que otros le sigan los pasos.
En un Estado de derecho debe ser tan importante castigar el delito como evitar que ocurra.
A raíz de la denominada “Marcha contra la impunidad”, o marcha verde, se creó un ambiente propicio para acometer una cruzada contra la impunidad.
La siguiente acción fue promover que miles de ciudadanos acudieran a firmar en un libro verde en la misma tónica que la marcha precedente.
Un grupo de ciudadanos marchará hoy al Palacio Nacional a llevar el primer corte de las firmas recolectadas, lo que a su vez representa una expresión simbólica de ciudadanos indignados por una tradición de corrupción e impunidad que durante años ha desviado a bolsillos privados miles de millones de pesos, necesarios para atender necesidades fundamentales de la población.
El llamado a atención de estos indignados, que se visten de verde, es una buena oportunidad para enderezar el estado de cosas.
Los oídos sordos no son aconsejables frente a este fenómeno que ha concitado la simpatía de muchas más personas que las que han decidido usar prendas verdes.
Hace mucho que en el país ha fallado el régimen de consecuencias y sus secuelas negativas las vemos desde el irrespeto a las simples señales de tránsito hasta en las millonarias sobrevaluaciones de obras públicas.