Las lluvias y la basura hacen una combinación letal en por lo menos tres aspectos que deben ser cuidados con esmero: la propagación de mosquitos que, como se sabe, son a su vez vectores importantes de la malaria y el dengue; la inundación de las vías con la basura que no es retirada nunca o a tiempo, y la descomposición de materia orgánica que también puede ser una fuente para la propagación de enfermedades.
De acuerdo con los pronósticos a la mano, el país se encuentra bajo los efectos de un particular período de lluvias con algunos recesos.
Y a pesar de que en términos estacionales no tenemos una mayor diferencia entre la primavera y el verano, valga decir que todavía el período de las más altas temperaturas no ha llegado y es a partir de este fin de semana cuando empieza la temporada ciclónica.
Este es un período particular, que se extiende hasta finales de noviembre, ya se tienen indicios notables con la presencia de las denominadas ondas tropicales, unos meteoros con un comportamiento muy parecido al de los huracanes.
Con ellos comparten la ruta del océano Atlántico por la que transitan, el desplazamiento este-oeste en la generalidad de los casos y el potencial para evolucionar hacia fenómenos atmosféricos de mayor calado cuando se encuentran a su paso con las condiciones propicias.
La basura debe ser retirada siempre de las vías públicas y es para lamentar que las alcaldías hayan dedicado esfuerzos limitados, si es que han realizado alguno, para educar a los pobladores acerca de la mejor manera de disponer de los desechos sólidos, como clasificarlos y las horas apropiadas para sacarlos de las casas.
Si nunca se empieza con esta forma de la educación urbana, serán cada vez más graves los efectos de las deficiencias cívicas.