Dentro de las cinco diferentes emociones (miedo, rabia, tristeza, alegría y asco) que nos hacen ir de la risa al llanto está la tristeza, emoción que cuando no es bien gestionada y se queda retenida puede afectar el cerebro y los recuerdos, pero también puede alojarse en los pulmones y el intestino grueso y facilitar el desarrollo de enfermedades catastróficas.
Cuando la tristeza está asociada a los pulmones, la persona afectada tiene síntomas de pesadez en el pecho, cansancio y depresión.
Si eres una persona que vive con mucha melancolía, tristeza y/o aflicción y no las gestiona apropiadamente podrías enfrentar síntomas como los enunciados anteriormente, pero también podrías enfrentar falta de apetito o desgano.
Probablemente eres una persona independiente y muy racional con una tendencia a meterse en tu propio mundo.
La relación existente entre pulmones e intestino grueso también está relacionada con el sistema inmunitario del organismo. Cuando algo en las emociones y el organismo no van de la mejor manera, terminan impactando otras partes importantes en el funcionamiento general.
Si te fijas, ese sentimiento de tristeza, soledad, melancolía o aflicción que se hace muy presente en la vida de las personas e incluso de las familias, puede ser el detonante de enfermedades muchas veces conocidas como “enfermedades hereditarias”.
Sin embargo, lo que fue pasando de una generación a la otra fue la emoción.
Te invito a mirar en tu vida y en tu familia de origen si las personas continuamente están quejumbrosas, apáticas, en espera del amor de sus padres u otros familiares. Todo eso puede llevarles a enfermarse con frecuencia porque su sistema inmunológico es más frágil.
Enfermedades respiratorias también son frecuentes en esas familias, al igual que enfermedades del colon. Busca la ayuda que tú y tu familia necesitan para liberar la tristeza.