Lecciones de una sentencia

Lecciones de una sentencia

Lecciones de una sentencia

Un tribunal del Distrito Nacional ha encontrado culpables de estafa a dos personas que idearon y llevaron adelante una extendida campaña destinada a poner a dominicanos de apellido Rosario en posesión de una fortuna fabulosa que estaría en bancos europeos a la espera de las diligencias debidas en estos casos.

Es una condena en primera instancia y, por tanto, pasible de ser recurrida todavía en apelación.
Resulta, sin embargo, aleccionadora no importa lo que pase de aquí en adelante. De esta decisión deben aprender los millones de incautos que todos los días son tentados por infinidad de medios mediante ardides sacados de la imaginación de embaucadores.

De acuerdo con la decisión de la Segunda Sala Penal del Distrito Nacional, fueron 283 los estafados en el caso de la “familia Rosario”, lo que permite suponer que un número mayor de los que estuvieron dispuestos a dar dinero para financiar las diligencias que permitieran poner las manos sobre la supuesta fortuna, se decidieron por “dejarlo así”, como suele ocurrir entre ilusos.

En otros tribunales se conocen otros dos procesos que en su momento tuvieron gran publicidad, basados en los denominados esquemas Ponzi, o piramidales, en los que cientos de personas pusieron importantes sumas de dinero alentadas por las promesas de multiplicación y los rendimientos mostrados por algunos, particularmente los primeros en involucrarse.

El dinero fácil no existe, de acuerdo con el superintendente de Bancos, Alejandro Fernández. Este funcionario, tenaz e insistente contra la inclinación de la gente a poner sus ahorros en manos de inescrupulosos, afirmó en una participación reciente en el Almuerzo Semanal de los medios de comunicación del Grupo Corripio, que mucha gente cae en estas estafas por el temor de perderse de algo importante de lo que oye hablar a otros.

Fernández debe tener razón, pero puede haber algo más, porque también son importantes las advertencias sobre el riesgo de pérdidas y no hacen caso.



El Día

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