
Estudiar la vida del decimosexto presidente de Estados Unidos, es siempre provechoso. Su evolución, el contexto de su desarrollo y el desenlace de su prodigiosa carrera, ha consumido innumerables páginas en libros, artículos periodísticos, análisis académicos, ensayos, películas, series, en fin, en todos los espacios disponibles donde se difunde la cultura, la historia, en modalidad visual, sonora o escrita, la figura de Lincoln ha sido ampliamente abordada y discutida.
Empero, en la presente entrega pretendo abordar sobre las lecciones fundamentales que, en el campo político, social y humano, Lincoln cultivó y cosechó a lo largo de su existencia.
Abraham Lincoln nació el 12 de febrero de 1809, en Hodgenville, Kentucky, EE. UU. Oriundo de una familia campesina, permeada por la escasez. Junto a los suyos se trasladó a Indiana en 1816, y años más tarde al Estado de Illinois.
Uno de los aspectos que más impresión produce y que, indefectiblemente, se convirtió en un punto de inflexión en su vida fue la educación.
Por la condición económica tan precaria a la que hice mención, su espacio vital en la escuela no excedió más de un año, y, por consiguiente, toda su formación primaria hasta convertirse en un destacado jurista, fue a través de la autodidaxia.

Con el devenir del tiempo, varias anécdotas han adornado la excepcional vida de Lincoln. En sus primeros años de formación, compartía ese tiempo asistiendo en las labores de granjero a su padre, Thomas Lincoln. Éste, sin aquilatar el valor de los libros y la educación en la vida de su hijo, veía el interés de su vástago por la lectura, como la perfecta justificación para no trabajar.
Lincoln tuvo desde sus primeros años una fuerte inclinación por la lectura, al punto, que era capaz de recorrer decenas de kilómetros de distancia en procura de un libro, y con esto, fortificar la base intelectual que le serviría para los grandes retos que la vida le depararía.
Lincoln, el abogado
Aunque su objetivo laboral era el de convertirse en un prestigioso hombre de leyes, hizo las funciones de agrimensor, empleado de tienda, cartero, hachero y hasta de piloto de barco. Al cumplir con el servicio militar para el 1832, enfocó sus energías en el propósito que conquistó años más tarde, de convertirse en abogado, ejerciendo en la ciudad de Springfield, Estado de Illinois.
Para 1836 obtuvo la licencia para ejercer la abogacía. Se especializó en derecho civil y comercial, aunque por la dinámica económica de la época, tuvo que asumir casos penales en temas ferroviarios y agrarios. Lincoln construyó un estilo muy particular como abogado, usaba el humor y las parábolas como recurso narrativo. Era reconocido, a su vez, por su honestidad, sentido práctico y claridad con que abordaba los temas. Siempre hacía su mejor esfuerzo por resolver los casos a través del dialogo y esto le valió el apodo de “Honest Abe”.
Depresiones y desventuras
A pesar de la capacidad retórica que la preparación intelectual le confirió, de su agudo sentido del humor y de una probada resiliencia, Lincoln tuvo severos episodios depresivos a lo largo de su vida.+Para 1835, su prometida, Ruth Rutledge, perdió la vida como consecuencia de la fiebre tifoidea, este hecho en particular causó estragos en sus ánimos y propósitos de vida; los más cercanos amigos temieron que, con esta crisis emocional, terminara atentando contra su propia vida.
Un desencuentro amoroso a inicios de la década de 1840, con Mary Todd, le condujo a una profunda crisis nerviosa que amenazó hasta con la trayectoria política que había decidido emprender.
Distintos eventos tanto en ámbitos personales como laborales y de Estado, causaron estragos en su estabilidad emocional, en el discurrir de su carrera como abogado y político.
Los primeros resultados de la Guerra de Secesión, en 1861; la muerte de su hijo Willie con apenas 11 años en 1862, marcaron de angustia, dolor y desolación un período político tan trascendente para su vida y para la del pueblo estadounidense.
El político
Las primeras intenciones políticas de Lincoln se produjeron a temprana edad, con solo 23 años. Para 1832, tuvo una postulación sin éxito ante el congreso estatal de Illinois. Dos años más tarde, lograba un puesto en la legislatura y, formalmente, entraba a la actividad política.
Sus motivaciones eran diversas: un defensor de las leyes, de la justicia social; promotor del respeto y la defensa a la constitución sobre una sólida base moral; proyectando a su país con la capacidad de unificarse alrededor de propósitos comunes, y trabajó en consecuencia por esos aspectos en los que creía genuinamente.
Por cuatro períodos fue representante estatal en Illinois. Entre 1847 y 1849 fue electo en la Cámara de Representantes, pero, su actitud frontal hacia temas en los que mostraba desacuerdo, como la guerra contra México, por ejemplo, le forzaron a tener que suspender, por espacio de cinco años, sus intenciones políticas.
Para el 1854, con la aprobación de la ley Kansas-Nebraska, que buscaba la expansión del país hacia el oeste, se aceleró la división entre los esclavistas y abolicionistas, se produjo la disolución del Partido Whig y dio origen al Partido Republicano, con una postura antiesclavista.
Esto marcó el regreso de Lincoln a la política, asumiendo la defensoría sobre las libertades públicas entre todos sus conciudadanos.
Una de las lecciones de vida más significativas que dejó Lincoln fue la persistencia. En la convención Nacional de 1856, en Filadelfia, intentó ser el candidato vicepresidencial, pero corrió sin éxito; en el 1858 fue derrotado en las elecciones al Senado de Illinois, pero cada proceso lo perfilaba hacia objetivos mayores. Para 1860 fue elegido como el primer presidente Republicano.
Entre el periodo de 1861 y 1865 libró la Guerra Civil, logró la proclamación de la emancipación de 1863, liberando a esclavos de territorios rebeldes. Basado en sus convicciones sobre la libertad, afianzó la idea que EE. UU. era una nación indivisible.
Aunque logró la reelección para un nuevo período presidencial, fue asesinado en 1865, justo después de finalizar la Guerra de Secesión.
El estudio de la vida de Abraham Lincoln conduce a una reflexión serena y profunda. Fue un hombre que se sobrepuso a férreas adversidades económicas y emocionales; construyó una visión moral sobre las libertades, la igualdad y la política, como servicio y ejercicio de honor.