Los días que han seguido a las elecciones, contrario a lo que se podía esperar, han estado bastante movidos. Esto ha sido diferente a lo que ocurrió en las semanas siguientes a las elecciones municipales, cuando todos esperaban que el ambiente de campaña electoral seguiría en tan alta tesitura como en los días inmediatamente alrededor del 18 de febrero.
Sin embargo, hubo una depresión profunda de las demostraciones partidarias sólo superadas con unas potentes inyecciones de adrenalina a los partidos por la vía de la Junta Central Electoral.
Aquel dinero fue suficiente para que las calles, poco a poco, volvieran a llenarse de colores y la actividad de los candidatos a la Presidencia de la República, al Senado y a la Cámara de Diputados.
Ahora igual
Con el final del proceso tras las elecciones presidenciales y para escoger a legisladores, a los días dedicados al análisis de los resultados le han seguido los aprestos del Gobierno para impulsar las reformas fiscal y tributaria, friendo y comiendo, como una manera de aprovechar el tiempo y sacrificar ahora un poco de popularidad y pasar los ajustes cuando todavía la oposición tiene una representación más amplia en el Congreso Nacional.
La temperatura sube en los ambientes de opinión y también en las calles, con la delincuencia.