
En ninguna otra área de la economía, como la agrícola, las modas se hacen notables en tal manera que muchas veces se vuelven contra los propios productores.
Sucede a menudo, que el éxito de un cultivo en una comunidad atrae a otros y en ocasiones se le encuentra extendido por toda una región, o por el país entero, con la consecuente sobreproducción.
Ocurrió recientemente con el cultivo de variedades de mango, al punto que algunos propietarios se han visto en el caso de escoger entre vender las cosechas para no perderlo todo o dejarlas perdidas en las matas.
La introducción de una variedad de cocoteros que en poco tiempo y todavía con las pencas tocando la tierra muestran unos hermosos racimos ha llamado la atención, al punto que ya se les encuentra en jardines y pequeños patios, por no decir de quienes lo siembran pensando en el mercado local y en exportaciones.
Pocos, sin embargo, parecen en la disposición de preguntarse qué pasará con estas inversiones cuando cada quien tenga una mata junto a su casa o las exportaciones se encuentren limitadas.
En una información incluida en esta edición de EL DÍA damos cuenta de la siembra de aguacate que, de acuerdo con los datos, se extiende sobre algo más de 128 mil tareas y la fruta es exportada a varios países, pero principalmente a Estados Unidos, Países Bajos y Puerto Rico.
Hasta aquí está muy bien, porque mientras haya mercado los propietarios de los cultivos tendrán el incentivo. Pero según la misma nota, las exportaciones han tenido un descenso de algo más del 6 % en años recientes.
Esto tiene lugar en medio del auge de la siembra y la producción.
Es posible que las autoridades agrícolas hayan tenido la previsión de aunar esfuerzos con las de Relaciones Exteriores y las del Centro de Exportación e Inversión para expandir los mercados en el exterior. Si no ha ocurrido, en el sector oiremos pronto el crujir de dientes.