El gobierno de Turquía amenazó ayer con recurrir a las Fuerzas Armadas para poner punto final a las protestas contra el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, en una jornada en la que dos poderosos sindicatos salieron a la calle en defensa de una huelga general que tuvo un apoyo apenas tímido.
Un día después de la demostración de fuerza del gobierno, que reunió a unas 100,000 personas en un acto de apoyo, el viceprimer ministro, Bulent Arinç, endureció todavía más el tono contra los manifestantes y agitó por primera vez el espectro de un llamado a las Fuerzas Armadas.