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Las emociones en el Nueve de la Duarte

La abundancia de información, las posibilidades de acceso y el alto número de aparatos telefónicos mediante los cuales esta puede ser multiplicada no es suficiente para que la gente esté al corriente de hechos verdaderamente importantes.

¿Y qué es lo importante? Aquello que puede afectarla en lo inmediato o en el futuro.
Pero viene a ser que todas las vías de comunicación al alcance de un teléfono de los de estos tiempos a la mano, y siquiera una ración de internet, no les sirvió de nada a cientos de conductores que el fin de semana confrontaron una situación muy complicada en el Nueve de la Duarte, en la Capital, donde había sido cerrada una parte de la vía para instalar partes de un puente peatonal.

Fueron tantas las maldiciones juntas en medio del atasco de vehículos de motor, que alguien puede todavía resultar afectado en algún momento.

Muchas imprecaciones, y de las peores, contra funcionarios y contra el Gobierno en sentido general, porque no termina unos trabajos de acondicionamientos que tienen ya más de tres años y no dan señales de que llegan a su fin.

Y pensar que el aviso de cierre, con el motivo muy bien especificado y vías alternas, fue distribuido con anticipación por el Ministerio de Obras Públicas, pero como no era uno de tantos asuntos triviales puestos en grupos y en redes, pocos hicieron caso.

Entre las quejas recogidas por la prensa y otros medios de comunicación en el lugar el sábado y domingo, estuvo la del tapón, en el que algunos alegaban que pasaron horas.

Obras Públicas había distribuido un mapa y un horario para el cierre de los carriles centrales en el referido kilómetro 9 entre las 7:00 p. m. del sábado y las 7:00 a. m. del domingo. Se excedió en el horario, es cierto, pero muchos pudieron haber evitado el percance si se hubieran ocupado.

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