Las cosas que no vemos

Las cosas que no vemos

Las cosas que no vemos

Impresiona escuchar a inversionistas extranjeros no turistas hablando sobre las bondades del país. Llama más la atención cuando los contraponemos a la discursiva de muchos locales.

Podríamos decir que sería un buen negocio comprar el país a como dicen los dominicanos y venderlo a como nos ven los extranjeros.

Quizás por la tradición pesimista que nos persigue o el extremismo de muchos, no vemos lo que está tan a la vista de otros.

República Dominicana ha demostrado tener un desempeño económico sobresaliente, aun en circunstancias adversas como las que hemos vivido en los últimos años.

Las medidas adoptadas aquí para enfrentar la pandemia fueron elogiadas al nivel mundial; la estrategia de apertura al turismo marcó un hito en la industria; la estrategia anti inflacionaria ha sido aplaudida por su efectividad; la madurez democrática de nuestras organizaciones políticas supera a la mayoría de los países de la región; la capacidad de lograr consensos sociales sobresale a nuestros pares y una larga lista de etcéteras nos distinguen.

Pero en la vorágine de nuestras discusiones cotidianas no nos detenemos a ver las muchas virtudes que tenemos como país.

Nuestros principales escollos, casi todos, pasan por la falta de educación.
Ha sido nuestra gran materia pendiente.

Nuestras falencias abarcan la formación académica, formación laboral, formación cívica y la formación familiar.
El reto es valorar lo que tenemos, aquello que no vemos, pero que otros sí ven, y dedicarnos a mejorar nuestros niveles educativos.



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