Las cardiopatías congénitas representan uno de los problemas más importantes de la edad pediátrica, no solo por su frecuencia sino por la gravedad de muchas de ellas.
Desde la vida fetal hasta el final de la adolescencia, son numerosos los problemas cardiovasculares que se pueden presentar.
Janet Toribio, gerente de la Unidad de Cardiología Pediátrica de los Centros de Diagnóstico, Medicina Avanzada y Telemedicina (Cedimat), explica que las cardiopatías congénitas representan las lesiones malformativas de origen congénito más frecuentes y se conoce que por cada 1,000 recién nacidos vivos, entre 8 y 10 niños tendrán una cardiopatía y, además, que el 3 % de estas se presentará desde la etapa de recién nacido de manera crítica, haciendo necesaria una intervención temprana (antes de los 30 días), para evitar el deceso o la discapacidad del niño.
Son además causantes de gran parte de abortos.
Conceptos claros
Las cardiopatías congénitas se definen como una anormalidad en la estructura y función del corazón, establecidas durante las primeras seis semanas de gestación, como resultado de un desarrollo embrionario alterado a causa de factores múltiples, que pueden ser genéticos o medioambientales, dijo Toribio.
Cifras importantes
Existe evidencia de que la herencia influye cerca de un 8%; y del 5 al 8% de las cardiopatías estarán acompañadas de un síndrome genético como Down, Turner y Williams. Entre los factores medio ambientales cita: edad avanzada, madres adolescentes, infecciones virales durante el primer trimestre, como rubeola, cytomegalovirus, sarampión, influenza y coxsakie B.
Otras no infecciosas como la diabetes mellitus, malnutrición (bajo peso o sobrepeso), epilepsia, colágeno siscomo el Lupus eritematoso sistémico.
Asimismo, factores químicos como anticonvulsivantes, ácido retinoico, antihipertensivos, ácido acetilsalicilico, indometacina, progesterona, anticonceptivos y hábitos tóxicos como cigarrillos, hookah, café y alcohol.
Explicación estructural
Los defectos son lesiones anatómicas de una o varias de las cuatro cámaras cardíacas, de los tabiques o paredes que las separan, de los grandes vasos o de las válvulas o vías de salida y adherido a esto existen los trastornos del ritmo que también pueden ser tratados.
“En el país nacen alrededor de 1,200 niños cada año con defectos cardíacos congénitos, que van desde muy severos hasta leves, incluso pasan desapercibidos y se detectan durante la adolescencia o adultez temprana.
La mayoría de los niños puede tener una corrección de su defecto cardíaco con terapia de intervención por cateterismo o a través de cirugía cardiaca”, explica la especialista.
Soplos cardiacos
El hallazgo de soplo cardíaco en el examen físico de un niño es el principal motivo de consulta en cardiología pediátrica. “En uno de cada cuatro niños es posible auscultar un soplo cardiaco.
La gran mayoría ocurre en pequeños con corazón sano, es decir un soplo inocente.
El hallazgo de estos es tema de preocupación familiar, pues un soplo puede constituir un signo que hace sospechar una cardiopatía, conocido como soplo orgánico”, asegura Toribio.
Los niños y el deporte
La intervencionista sostiene que en el caso de los niños que practican deportes de alto rendimiento, la evaluación cardiaca previa es obligatoria, aun sin existencia de soplos, pues existen obstrucciones de las vías de salida de la sangre del corazón y trastornos del ritmo que no provocan soplos, incluso no se manifiestan hasta que son sometidos a grandes esfuerzos, debutando como síncopes (pérdida transitoria de conciencia) y hasta muerte súbita.
La evaluación en estos adolescentes debe ser requerida por la institución responsable de su entrenamiento o tutores.
Diagnóstico temprano
“El pediatra y el perinatólogo serán los primeros en sospechar una cardiopatía. El diagnóstico temprano, antes del alta hospitalaria, es lo recomendable y se realiza con un examen físico”.
Señal de alerta
“Una cardiopatía congénita no diagnosticada ni tratada es algo serio, y a diferencia de lo que ocurre con otros órganos, con un corazón enfermo la situación clínica de los niños, en especial, los recién nacidos, cambia rápidamente pudiendo ser grave en pocas horas o días”, indica la gerente de la Unidad de Cardiología Pediátrica.
Diagnóstico a tiempo es la mejor opción
Actualmente el diagnóstico precoz es el ideal, el cual se puede lograr a través de una sonografía obstétrica rutinaria o ecocardiografía fetal, donde se evalúa la anatomía del corazón del bebé, permitiendo planificar la atención neonatal en el momento y lugar más oportunos y establecer un pronóstico en caso de detectar un defecto cardíaco en el feto.
Es importante tener claro que una lesión cardiaca no tratada puede condicionar la vida futura del infante, pues impide que el corazón se mantenga latiendo bien.
La detección de cardiopatías se lleva a cabo incluso durante la vida fetal, en los primeros días, semanas o meses del nacimiento y muy precozmente se puede planificar el tratamiento médico o quirúrgico.
La mayoría de ellas son susceptibles a corrección total, permitiendo que el niño disfrute de una vida normal.