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¿Las armas de la CIA no fueron usadas en el complot contra Trujillo? Documentos desclasificados revelan nuevos detalles

El Día Por El Día
Rafael Leónidas Trujillo gobernó en dictadura por 31 años.
Rafael Leónidas Trujillo gobernó en dictadura por 31 años.

Santo Domingo.- En uno de los documentos desclasificados por Estados Unidos, en el que se narra la participación de la CIA en apoyo al complot para eliminar al dictador Rafael Leónidas Trujillo, se recogen testimonios de oficiales estadounidenses que formaron parte de la agencia durante los años previos y posteriores al magnicidio, así como una reconstrucción del complot y su ejecución, basada en documentos de archivo, memorias privadas y una investigación realizada por el FBI.

El informe indica que la CIA entrevistó a tres altos funcionarios que estuvieron directamente vinculados con las operaciones en América Latina durante la época del asesinato: Richard Bissell (director adjunto de Planes), J. C. King (jefe de la División del Hemisferio Occidental) y J. D. Esterline (jefe de operaciones de esa misma división).

En sus declaraciones, King y Esterline coincidieron en que la CIA no participó directamente en la planificación del asesinato, sino que se limitó a “monitorear” el complot interno. Ambos insistieron en que las armas suministradas por la CIA probablemente no fueron utilizadas en el atentado.

Richard Bissell, por su parte, sostuvo una impresión vaga de que quizás solo una de las armas proporcionadas por la CIA fue utilizada. Aunque sus declaraciones no confirmaron plenamente el uso directo de armamento estadounidense, sí reconocieron la existencia de contactos, intercambios logísticos y un conocimiento detallado del plan en curso.

Carro baleado de Trujillo.

Los oficiales de la CIA que tuvieron interacción directa con los conspiradores estaban, al momento de la elaboración del informe, dispersos en distintas partes del mundo: Lear Reed, jefe de estación hasta octubre de 1960, se había retirado; Robert Owen, jefe de estación al momento del asesinato, estaba asignado en París; Charles Cookson, oficial de operaciones, se encontraba en Brasil; Isabel Cintrón, asistente administrativa que ayudó en la transmisión de comunicaciones y en el paso de armas, había renunciado en 1964; y otro alto responsable logístico se encontraba en Ciudad de Guatemala. Por decisión de la agencia, estos funcionarios no fueron reentrevistados, bajo el criterio de que los documentos existentes eran lo suficientemente completos.

El nombre en clave de la operación: EEMADD

La colaboración de la CIA para sustituir al régimen trujillista fue clasificada bajo el nombre en clave “EEMADD”. La fracción específica orientada a remover al dictador por medios violentos se identificó como “EEMADD-F”. Parte de la documentación oficial nunca fue incluida en los archivos formales de la agencia, sino que fue conservada en un archivo privado por J. C. King, quien más adelante facilitó el acceso a los investigadores.

Otro documento esencial para la reconstrucción de los hechos fue un informe de 182 páginas elaborado por el FBI, producto de entrevistas con el teniente Ortiz, de la Marina Dominicana, quien había sido asignado por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) para investigar el asesinato. Tras el fracaso del intento de la familia Trujillo por recuperar el poder, Ortiz fue enviado a la embajada dominicana en Ottawa.

El FBI lo entrevistó extensamente en Nueva York entre abril y mayo de 1962. Su testimonio, considerado detallado y creíble por los investigadores, permitió reconstruir el desarrollo del complot, incluyendo confesiones obtenidas bajo custodia a los implicados.

Cómo se organizó el complot

Uno de los puntos contenidos en el informe es la descripción de la estructura interna del complot, dividido en dos grandes grupos: el Grupo de Acción, encargado de ejecutar el asesinato, y el Grupo Político, cuya responsabilidad era asumir el control del país tras la muerte del dictador.

El Grupo de Acción, integrado por ocho hombres, tenía como misión eliminar físicamente a Trujillo y presentar su cuerpo como prueba para dar paso a la siguiente fase. Sus miembros fueron Antonio Imbert Barrera, Salvador Estrella Sadhalá, el teniente Amado García Guerrero, quien formaba parte del cuerpo militar del Palacio Nacional; Antonio de la Maza, cuyo hermano había sido asesinado por órdenes del régimen; Roberto Pastoriza, Pedro Livio Cedeño, Huáscar Tejeda, Manuel de Ovín Filpo, quien fue asesinado la misma noche del atentado sin llegar a participar directamente.

El Grupo Político, por su parte, estaba compuesto por figuras que debían ocupar posiciones de poder y asegurar la estabilidad institucional tras el magnicidio. Lo integraban Luis Amiama Tió, Modesto Díaz, Juan Tomás Díaz y otros oficiales de alto rango, con el respaldo del entonces Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, General Román Fernández, y su hermano Bibí Fernández.

Decisiones precipitadas

Según el recuento contenido en el documento desclasificado, el plan estaba concebido para ser ejecutado bajo una coordinación precisa. Una de las claves era conocer el momento exacto en que Trujillo se dirigiera a su finca de San Cristóbal sin escolta. Esa noche, el mensaje fue recibido: el dictador haría su recorrido habitual tras su caminata vespertina. Sin embargo, parte del grupo no estaba listo para actuar.

Pese a ello, Antonio de la Maza, firme en su decisión de no perder la oportunidad, insistió en que el plan debía ejecutarse de inmediato.

Así se hizo. El grupo se desplegó sobre la autopista, interceptó el Chevrolet Bel Air de Trujillo y lo acribilló. El cuerpo del dictador fue retirado por los atacantes, mientras su chofer, herido de gravedad, fue abandonado.

Aunque el informe desclasificado contiene una gran cantidad de detalles y fuentes, los investigadores no pudieron determinar por completo cómo se estableció la cadena de mando dentro del grupo conspirador ni cómo fue coordinada la transición con el Grupo Político. Algunas referencias provienen del libro Trujillo: The Life and Times of a Caribbean Dictator, de Robert Crassweller, aunque se advierte que presenta imprecisiones importantes, especialmente en la identificación de los protagonistas.

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