La beligerancia de las bandas armadas de Haití, su poder de fuego, la causa de su origen, la extensión a todo el país de los haitianos y la fuente del armamento que ostentan, son causa de un profundo interés del lado dominicano de la isla por razones entendibles.
Este interés debe de haber sido la razón por la que información publicada por la prensa desde la semana pasada, sobre la base de una investigación atribuida a un especialista estadounidense, el doctor Evan Ellis, ha llamado la atención en ciertos niveles de la opinión pública.
De acuerdo con las afirmaciones atribuidas al referido especialista, del que ha sido dicho que es profesor investigador de Estudios Latinoamericanos en el Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos, parte de las armas y las municiones con las que las bandas ejercen su control sobre una gran parte del territorio haitiano las reciben de territorio dominicano.
El presidente Luis Abinader, al responder una pregunta en su encuentro del pasado lunes en la tarde con periodistas y otros agentes de opinión, se refirió de manera indirecta a estas afirmaciones cuando negó de manera enfática que esto esté sucediendo.
“Las informaciones de inteligencia que tenemos”, dijo el Presidente, “indican que eso no es cierto ni es lógico. Puede que haya información que haya venido y no es eso cierto.
Aquí son siete veces más caras las armas que en Haití”.
Pues si las armas y las municiones no están siendo traficadas en la frontera, las autoridades de Interior y Policía deben de poner una especial atención al destino de las que ingresan al país, que según los reportes de una agencia del nivel de importancia como lo es la Dirección General de Aduanas se cuentan por cientos de miles cada año.
¿O es que nos hallamos ante la ruta subterránea de las importaciones de armas prohibidas con el decreto 309-06?