Las armaduras que conquistaron en América

Las armaduras que conquistaron en América

Las armaduras  que conquistaron en América

Cascos de procedencia oriental. césar langa ferreira.

La colección Osorio, en una de las salas del magnífico Museo de las Casas Reales, cuenta con unas cuantas armaduras. La vestimenta de metal con que se cubrieron los arrojados personajes que protagonizaron la Epopeya Americana.

Las armaduras han venido casi a simbolizar ese místico periodo que se llama alto y bajo Medioevo.
Sin embargo, existen desde que los humanos se organizaron en colectividades llamadas ciudades y tuvieron necesidad de construir armas para librarse de los enemigos. Para protegerse de las heridas, desarrollaron una vestimenta fuerte para defenderse de los ataques.

Al comienzo fueron de mimbre o alguna planta similar, para defender el tórax. Más adelante utilizaron el metal y se cubrieron la cabeza con el mismo material. Después utilizaron el cobre, luego el bronce y finalmente el hierro. Los guerreros Micénicos, los Egipcios y los Griegos, en la época de la Ilíada y la Odisea, cantadas por Homero, utilizaron armaduras y escudos de bronce.

Lujosa y majestuosa, media armadura, procedencia europea.

Para los tiempos de Cristo, ya se conocía el acero, aunque solo se podía fabricar en pequeñas cantidades.
Cuero endurecido
Muchas estaban hechas de cuero endurecido, sobre las que se colocaban varillas de metal recubiertas por placas del mismo material. Cubrían el cuerpo por completo, todo amarrado con tiras de cuero.

El casco protector de la cabeza, tapaba las mejillas y poseía por lo general, un hermoso penacho de crin de caballo. A veces ostentaban, un peine triangular en la parte superior. Los romanos favorecieron el tejido de malla porque le daba mayor movilidad al soldado.

Utilizaban un casco redondeado con piezas que defendían las mejillas.

Los oficiales usaban una armadura moldeada, siguiendo los contornos y musculatura.

Luego se introdujo un casco que poseía una máscara sólida, protegiendo el rostro. Con la caída del Imperio romano de Occidente, la cota de malla se hizo de uso general.

El casco tenía forma cónica, proveniente del Oriente, con piezas para las mejillas y malla en el cuello, Como en los tiempos de Troya, el casco estaba equipado con una barra metálica, que protegía la nariz. Siempre debajo de la malla usaban ropas acolchadas.

Armadura utilizada cuando la conquista de América.

A través de los siglos
En el Oriente se utilizó la malla metálica hasta el siglo IX. En las Casas reales, se pueden observar armaduras y cascos de diversa procedencia, estilos y su evolución a través de los siglos. Ya en el siglo XII, se empezó a usar una túnica sobre la cota de malla.

Las armas del caballero estaban pintadas o bordadas sobre la túnica.
A mediados del siglo XIV, se incorporó un jubón, en forma de una placa solida de metal, que cubría el pecho.

Apareció un casco llamado bacineta que tenía visera y se podía usar bajo el casco más ostentoso con una gran cresta.
En el siglo XV, las armaduras se hicieron sólidas y de acero, se unían por medio de tiras de cuero o de uniones metálicas movibles. Los brazos y las piernas cubiertos de placas articuladas.

Los cascos variaron según el país.
Hubo centros especializados en la fabricación de armaduras, Milán era el centro más importante y familias de artesanos, proveían de armaduras a casi todas las cabezas coronadas de Europa, empezando por el Emperador Carlos V.

Las decoraciones que repujaron estos artistas en Alemania e Italia, alcanzan la categoría de obras de arte. Las armaduras llegaron a América, en las carabelas, aterrorizando a los indígenas.
Ayudaron al establecimiento de los invasores europeos y quedaron para siempre como símbolos de aquel mundo medieval, que llegó a su fin con la conquista de América.

Diferentes estilos de cascos, se exhiben en el Museo de las Casas Reales.

Valor de los museos

— Recuerdo antiguo
Las armaduras se hicieron obsoletas con el desarrollo de las armas de fuego y encontraron un sitio en los museos, donde permanecen como recuerdo de pasadas glorias.

*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS, CÉSAR IVÁN FERIS IGLESIAS Y CÉSAR LANGA FERREIRA