Es harto conocido el tema de los recursos limitados que maneja el Ayuntamiento del Distrito Nacional especialmente para obras de infraestructuras del alto impacto.

La gestión actual, que ya esta a punto de cumplir su tercer año de gestión, identificó al momento de elaborar su extenso plan estratégico que, cito: “existe hoy en día una pluralidad de formas para financiar proyectos de inversión.

Sin embargo, las ventanas de oportunidad que nos ofrece el estado de las cosas en el DN, mismas de orden legal, administrativo, económico y geográfico, merecen ser consideradas para hacer sostenibles las grandes inversiones de orden exclusiva o casi exclusivamente municipal. Lograr estructuras de financiamiento innovadoras y sostenibles para estos fines podría volver el desarrollo del DN en un modelo replicable para otros municipios de la región metropolitana y del país”.

Ante tales pretensiones se engrosaron sendas obras las cuales, por las implicaciones no sólo económicas sino de visión estratégica, se agruparon en dos grupos de proyectos, uno para ser desarrollados exclusivamente a través de alianzas público-privadas y el otro para ejecutarlos de manera mixta con fondos municipales y del Gobierno central.

En el primer grupo se propusieron los siguientes proyectos: Soterrado del cableado urbano, soterrado de redes de distribución de gas, ruta marítimo-fluvial, manejo de residuos sólidos, alcantarillado sanitario y big data urbana; mientras que en el segundo grupo se propusieron: expansión de espacios públicos abiertos, aceras completas, red ciclorutas, conectividad vial y plataformas abiertas de datos actualizados.

Basta ver los títulos de los proyectos que se planteó la actual gestión del Ayuntamiento del Distrito Nacional para hacerse dos preguntas básicas: ¿Qué estaban pensando los que elaboraron este plan estratégico? ¿Dónde están estas obras a tres años de haberse iniciado el gobierno municipal? Si bien es cierto que en el tema de aceras y contenes se ha evidenciado un esfuerzo en reconstruirlas, en especial en avenidas y calles principales, todavía dista mucho de los 2,700 kilómetros lineales de que dispone la capital dominicana.

Santo Domingo de Guzmán es la sede del Poder Ejecutivo y por tanto, debió verse mayor empuje en el tema de infraestructuras de obras con vocación municipales.
Mercados, cementerios, parqueos, señalización entre otras, pudieron ser impulsadas desde el Gobierno central aliado evidente del ayuntamiento del Distrito Nacional. La implementación de nuevas ciclorutas y la expansión de espacios públicos se han quedado en el tintero.

Hemos podido ver que las propuestas que se plantearon y que se desarrollarían mediante alianzas público-privadas no son políticamente redituables y quizás por tales razones no se han podido materializar, por tanto, esto deja al descubierto la costumbre de que el papel lo aguanta todo.

Quizás lo más perentorio sería trabajar con el tema del drenaje pluvial que tanto golpea a los ciudadanos cada una vez caen “dos gotas de agua”, o trabajar con la estructuración de un plan definitivo para la recolección diferenciada de los residuos sólidos iniciando con ello el famoso reciclaje de los desechos.

Sin lugar a dudas el sector privado es vital para el desarrollo de las ciudades, en especial de la nuestra que tanto necesita de un empuje determinante para cambiar el mal vivir en que estamos sujetos.

El esfuerzo que se realiza para el tema de los estacionamientos que finalmente se realiza a través de una fiducia con el Poder Ejecutivo, debió ser la punta de lanza de la alianza PP y el ayuntamiento, puesto que sería, no sólo un logro político de la actual gestión sino, además, un instrumento de captación de recursos que tanto necesita la ciudad.

Ya se agota el tiempo de la actual gestión y con ello la posibilidad de desarrollar el plan que se planteó, esperamos que el próximo período, sea cual sea el alcalde o alcaldesa, acoja la idea real de implementar alianzas PP que impacten favorablemente la Ciudad Primada de América.

*Por Víctor Féliz Solano