Durante la ceremonia de entrega de los premios Caonabo de Oro, me tocó sentarme al lado de Federico Henríquez Gratereaux, de quien aprendí una curiosa enseñanza gramatical.
Sucede que, al describirse la estatuilla que se otorga con el prestigioso galardón, suele decirse y repetirse que la misma representa al gallardo cacique Caonabo, lanza en ristre, como símbolo de la nobleza y la valentía de nuestros aborígenes.
Federico me explicó que la expresión lanza en ristre estaba mal aplicada en el caso de la estatuilla de Caonabo, porque este cacique se representa armado con una lanza, pero desnudo, y el ristre era parte de las armaduras de hierro que antiguamente llevaban los caballeros para protegerse de golpes y heridas. El ristre era una especie de empuñadura donde se hacía encajar la lanza cuando los duelistas, montados sobre briosos caballos, arremetían unos contra otros.
En sentido figurado, se emplea la susodicha palabra cuando se habla de un objeto dispuesto para ser utilizado, como, por ejemplo: pluma en ristre, cuando nos referimos a alguien que está decidido a escribir sobre un tema determinado.
En la premiación del Caonabo de Oro, cuando a Henríquez Gratereaux le tocó describir la pieza, cambió el texto en cuestión y se refirió al cacique lanza en mano, lo que obviamente resultaba más apropiado.
Aprendida la lección.