La violación viene de Haití

La violación viene de Haití

La violación viene de Haití

Antes de cualquier comentario, hay que dejar claro que en el diferendo actual entre República Dominicana y Haití los causantes del mismo están de aquel lado de la frontera y quien ha actuado con desinterés, incapacidad o irresponsabilidad son las mal llamadas autoridades haitianas.

En una histórica complicidad por parte de potencias que han querido renegar de sus responsabilidades frente a las múltiples y frecuentes crisis haitianas, con frecuencia se juega a la victimización de Haití frente a República Dominicana.

Con esto se pretende desmarcarse de la responsabilidad por la crisis en Haití y cargar el problema sobre los hombros de la República Dominicana.

Dicho esto, pasamos a la disputa en torno al río Masacre.
De esos sectores que se ocupan de victimizar a Haití cuando de la República Dominicana se trata, se ha escuchado el argumento de que República Dominicana se beneficia del río Masacre y que Haití tiene derecho a hacer lo mismo.
Ciertamente, los dos países tienen derecho a sacar provecho de ese afluente, pero sin afectar su curso ni dañarlo.
Las intervenciones que ha hecho República Dominicana sobre el río Masacre no afectan su curso y se han sustentado sobre estudios técnicos que muestran su factibilidad y que no dañan al vecino país.

La toma que particulares pretenden hacer en el pequeño tramo del río que entra en territorio haitiano no tiene estudios conocidos que rebatan las preocupaciones de las autoridades dominicanas.

A lo mejor en Haití sea costumbre intervenciones de este tipo sin estudios técnicos, pero por tratarse este caso de un río binacional, cuyo manejo por cualquiera de los países debe hacerse respetando las normas internacionales, hay que cumplir lo establecido en los tratados entre ambas naciones.

Queda claro que la violación de la que se está discutiendo se ha producido desde Haití y que el Gobierno dominicano ha reaccionado procurando un legítimo derecho de defender el interés nacional.

El gran problema es que en Haití no hay con quien dialogar y que la obra en cuestión está propiciada por personas que han mantenido complicidad con las pandillas que verdaderamente controlan Haití.
Detener esa obra y cercar a sus propiciadores parece que será de las primeras tareas que tendría una fuerza internacional en Haití.



Noticias Relacionadas