La tradición del rará o gagá en la RD

La tradición del rará o gagá en la RD

La tradición del rará o gagá  en la RD

Si hay varias versiones sobre la procedencia del rará haitiano, no existe sin embargo ninguna duda respecto a la llegada a la República Dominicana de esa tradición popular a través de la migración haitiana relacionada en principio al corte de la caña.

Estudiosos del tema afirman tanto al origen como en su manifestación actual el rará surge del encuentro de dos culturas.

En el siglo XVI se trató de la taina y la africana. Hoy es la haitiana con la dominicana a través de una transformación y adaptación local llamada “gagá”.

Sobre la herencia taina se dice que el periodo anual, vinculado también con la cuaresma cristiana, del Miércoles de Cenizas hasta el domingo de Pascua, era el equinoccio de primavera consagrado por los mayas a la naturaleza.

En Leogane, en el sur de Haití, alto lugar de las festividades de rará, se tiene la creencia que la reina Anacaona se movía hacia el artibonito para visitar a su novio Caonabo al son de la música. Parte de los instrumentos usados hoy en el rará como los güiros y maracas provienen de esa cultura.

Norluck Dorange, un investigador antropológico haitiano y sacerdote vudú, está convencido que el rará es una de las manifestaciones más vivas de las tradiciones tainas en toda la isla. La cual pudo haber sido transmitida a los cimarrones africanos que se encontraron con los últimos indígenas de los cacicazgos desmantelados.

La vinculación del rará con el vudú viene del contacto entre las dos culturas. De hecho, en el tiempo todos los jefes de rará eran sacerdotes vudú en zonas rurales de Haití.

No obstante, en las tres últimas décadas, por un lado las empresas han comenzado a invertir en los grupos de rará con un claro fin publicitario para aprovechar la muchedumbre que asiste a las celebraciones. Lo cual ha provocado un proceso de desnaturalización del aspecto místico-religioso.

Por otro lado, del campo, el rará ha llegado con fuerza a las grandes ciudades haitianas. Ha cruzado mares y fronteras para afianzarse en la diáspora. Hasta los instrumentos y el ritmo han cambiado hacia un nuevo género que algunos llaman “rará techno”.

En las calles del norte de Miami, en el Pequeño Haití, es frecuente ver un rará auspiciado por la municipalidad los sábados en la tarde. También sale cuando la selección nacional de fútbol juega en el estadio de esa gran urbe. Igualmente en el Central Park en Nueva York.

No hay datos precisos sobre el primer grupo de “gagá” en la República Dominicana. Pero es el país donde mayor impacto ha tenido esa tradición después Haití. Sus integrantes y fanáticos son de sectores sociales diversos en comunidades circunvecinas de los ingenios azucareros.

Estos han tenido un rol importante en la preservación de esa manifestación cultural al financiar frecuentemente los gastos de los gagá a través de responsables conocidos.

Pese a la aceptación general y la participación cada vez más numerosa de dominicanos en los gagá, hay sectores que se resisten a la tolerancia cultural y religiosa, mientras otros encuentran un pretexto para crear incidentes de desarmonía entre haitianos y dominicanos.

En los gagá la bandera se respeta. Sea del país o del grupo. Lo lleva y lo preserva el mayor. De hecho, las banderas de varios países son usadas en los rará en Haití.

Moca no tiene tradición de gagá. Lo que paso en San Víctor recientemente con una bandera dominicana es ciertamente condenable, pero no es de un gagá. Las investigaciones deben profundizarse para determinar quiénes están detrás de estos malos compatriotas.

El gagá como tradición binacional debería recibir mayor apoyo de los ministerios de Cultura de los dos países para su perpetuación.



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