Por: Virgilio Lora Gómez
Durante la Semana Santa de ese año, el presidente Salvador Jorge Blanco puso en marcha una serie de medidas económicas recomendadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), tras la firma de un acuerdo Stand-By. Estas disposiciones provocaron un alza inmediata en los precios de los artículos de primera necesidad.
Pese a que los sucesos de ese año marcaron la historia reciente de la República Dominicana, no se han registrado actos de recordación para las víctimas caídas en los barrios populares, como resultado de los disparos realizados por miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
Oficialmente, las autoridades reconocieron la muerte de más de 125 personas, pero fuentes periodísticas de la época aseguraban que los fallecidos superaron los 200, pues las morgues de los hospitales no daban abasto.
Las emergencias estaban repletas de heridos, y los destacamentos policiales y militares, llenos de detenidos y golpeados.
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Las protestas dejaron millones de pesos en pérdidas debido a saqueos de negocios, quema de vehículos públicos y privados, bloqueos de carreteras y la paralización total de las actividades durante más de 72 horas.
Sin embargo, el levantamiento popular pareció sorprender a las organizaciones de izquierda, que en los barrios se representaban a través de los Comités de Lucha Popular (CLP), los cuales habían encabezado las principales protestas de la época.
A media mañana del 23 de abril de 1984, las tropas antimotines de la Policía Nacional resultaron insuficientes para contener las manifestaciones que comenzaron en la zona norte del Distrito Nacional y se extendieron rápidamente hacia los barrios del oeste y este de Santo Domingo.
Al caer la tarde, la prensa reportaba nueve muertos, decenas de heridos y cientos de detenidos.
En la noche, las protestas del día 23 se recrudecieron. A la mañana siguiente, 24 de abril, se atribuye al líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), José Francisco Peña Gómez, haber acudido al Palacio Nacional para advertir al presidente Jorge Blanco que debía actuar con decisión para evitar un golpe de Estado, si no ordenaba la intervención de las Fuerzas Armadas.
Horas más tarde, el entonces secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, Manuel Antonio Cuervo Gómez, dispuso la movilización de las tropas élite de Constanza, conocidas como los Cazadores de Montaña, para tomar el control de los barrios de la capital.
Los soldados fueron desplegados rápidamente en los sectores de la parte alta, especialmente en Capotillo, donde, según versiones, fueron mujeres quienes iniciaron las protestas contra las alzas desproporcionadas de los productos básicos.
El levantamiento popular también sorprendió a las organizaciones de izquierda, que en la mañana del 24 de abril se reunieron de urgencia en el local del Bloque Socialista, dirigido por Rafael (Fafa) Taveras, en la calle Padre Billini.
Allí fueron rodeados por agentes secretos de la Policía Nacional, que detuvieron a varias personas, entre ellas algunos periodistas.
Por otro lado, se atribuye al Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) haber aprovechado las protestas para socavar políticamente al gobierno de Jorge Blanco, quien había llegado al poder con amplia popularidad.
El 24 de abril las manifestaciones ya se habían extendido a varias provincias y a casi todos los barrios populares y de clase media del Gran Santo Domingo, como Los Jardines del Norte, El Millón, Cancino, Espaillat, Las Cañitas, 24 de Abril, Simón Bolívar, Guachupita, Cristo Rey, Gualey, Villa Juana, Villas Agrícolas, Los Mina, Villa Duarte, Herrera y Los Alcarrizos, entre otros.
Los medios de comunicación, especialmente las emisoras de radio, informaban que las protestas también se habían propagado a Santiago, San Francisco de Macorís, La Vega, Sánchez Ramírez, Salcedo, Puerto Plata, Valverde, San Juan de la Maguana y Barahona, así como a San Cristóbal, Peravia, San Pedro de Macorís, La Altagracia, La Romana, El Seibo y Hato Mayor, entre otros pueblos del país.