Desde 1801-1821 el pueblo hispano-dominicano vivió diferentes experiencias traumáticas. Luego de tres siglos de evolución y conformación de su identidad étnico-cultural, los dominicanos fueron víctimas de los siguientes hechos: cedidos a Francia en 1795; luego invadidos por los haitianos, en 1801 y 1805; pretendidos por los ingleses que también deseaban gobernar la isla; gobernados por franceses a partir de 1803; reincorporados a la monarquía española en 1809; y, finalmente, tras proclamar su primera independencia, asociados al proyecto federativo de La Gran Colombia en 1821.
Aunque en 1814, tras la expulsión de los franceses de la península ibérica, el Santo Domingo español nueva vez pasó a ser posesión de España en virtud del tratado de París, tal circunstancia en nada benefició a la colonia. Para esa época, España también enfrentaba las rebeliones de sus antiguas posesiones en la América del Sur, y mostró poco interés para ayudar a los súbditos hispano-dominicanos.
El colectivo, por tanto, vivió atrapado en una especie de letargo, sufriendo los efectos de un lento y progresivo languidecimiento social. Una célebre quintilla del padre Juan Vásquez, cura de la parroquia de Santiago, interpretó el sentir popular respecto de las vicisitudes y cambios de intervenciones extranjeras por las que atravesó el colectivo dominicano:
Ayer español nací,
A la tarde fui francés,
A la noche etíope fui,
Hoy dicen que soy inglés,
No sé qué será de mí.
En 1821 el pueblo dominicano se hallaba colocado frente a una compleja disyuntiva: continuar relegado a un plano de poca significación para la Madre Patria, o ser absorbido por sus vecinos de Occidente, que habían vuelto a retomar la vieja teoría louverturiana sobre la “isla una e indivisible”.
Los dominicanos eran entonces 80,000 habitantes, distribuidos entre cinco pueblos principales, que se llamaban provincias, y unos 20 poblados que recibían la designación de comunes. El descontento era general, sobre todo por la miseria en que la guerra de la reconquista había sumergido al país.
Las finanzas del gobierno estaban completamente vacías; y se vivía prácticamente de la caridad de la metrópoli, esto es, de una ayuda, proveniente de Cuba y Venezuela, llamada situado que durante el período de “La España Boba” apenas se recibió en dos ocasiones. Al cabo de cierto tiempo, el comercio estaba arruinado y el país tenía una excesiva e inoperante burocracia estatal, además de un reducido contingente de militares descontentos por falta de pago, adecuada alimentación y carencia de vestimenta, entre otras calamidades.
Ante ese panorama tan desalentador, se imponía tomar una decisión acorde con el deseo de la generalidad de la población, víctima de la incertidumbre e insegura de su futuro. Fue entonces cuando el doctor José Núñez de Cáceres, hombre de gran formación académica y de extensa carrera administrativa en el gobierno colonial, emprendió el difícil proyecto de fundar un Estado independiente.
Entre los diversos factores causantes de la ruptura de los vínculos de dependencia con España, se citan los siguientes:
1-La incapacidad de España para atender adecuadamente a las necesidades de la colonia, primero por razón de la guerra en Europa y luego por las insurrecciones suramericanas.
2-Languidez total de la cultura y de la economía en Santo Domingo y la convicción de que, en vista de la situación española, poco se podía esperar de la metrópoli para salir del letargo.
3-La creciente amenaza de Haití, pues, además de rumores, hubo incidentes que indicaban la proximidad de un movimiento militar contra la parte oriental de la isla, que ya no estaba bajo la soberanía de España.
4-El éxito de las armas separatistas en la mayor parte de la América española, pues ya para 1820 era evidente el triunfo final de las fuerzas independentistas en contra de España.
La noche del 30 de noviembre de 1821 tuvo lugar el pronunciamiento revolucionario en Santo Domingo. Los independentistas, con Núñez de Cáceres a la cabeza, se apoderaron del recinto militar de la fortaleza, sin encontrar resistencia por parte del reducido contingente militar español, por lo que procedieron a encarcelar al gobernador de la colonia, brigadier Pascual Real.
Al amanecer del primero de diciembre, los revolucionarios, ya en posesión del gobierno, proclamaron el Acta Constitutiva del “Gobierno Provisional Estado Independiente de la Parte Española de Haití”, bajo la protección de la Gran Colombia, cuya bandera ondeó en la Torre del Homenaje y en los edificios públicos de la ciudad.
Designado gobernador y presidente del gobierno provisional, de inmediato Núñez de Cáceres notificó a las autoridades españolas estacionadas en Cuba y Puerto Rico acerca del cambio político ocurrido en Santo Domingo. Asimismo, les remitió copia de la Declaratoria de Independencia del Pueblo Dominicano y una proclama dirigida a los Valerosos Dominicanos y Amados Compatriotas, en las que se denunciaba el “tiránico yugo de la España” y se enumeraban las causas de la revolución, afirmando lo siguiente: No más dependencia, no más humillación, no más sometimiento al capricho y veleidad del Gabinete de Madrid…
Núñez de Cáceres también estableció contacto con el presidente haitiano, Jean Pierre Boyer, quien ya había consolidado su poder tras unificar bajo un solo gobierno las regiones del sur y del norte de su país, a fin de notificarle que los dominicanos se habían proclamado independientes, que deseaban establecer una República sobre bases liberales y, por tanto, lo invitaba a concertar un acuerdo de paz y mutuo respeto entre ambos pueblos.
Pero Boyer tenía otros planes bien definidos en sintonía con la doctrina louverturiana de la “isla una e indivisible”. En efecto, desde hacía tiempo agentes de su gobierno, con la colaboración de algunos dominicanos, sobre todo en ciertos pueblos fronterizos del norte y del sur, promovían una campaña tendente a unificar ambas partes de la isla bajo la hegemonía exclusiva de Haití.
Así se lo manifestó el propio Boyer, en comunicación dirigida a Núñez de Cáceres, en la que escribió: “Desde la proclamación de nuestra independencia, jamás hemos entendido que la isla de Haití fue divisible: toda su extensión, y comprendiéndose en ella las islas adyacentes, forma el territorio de la República…” Y para que no hubiera dudas respecto del próximo paso que daría el gobierno haitiano, Boyer sentenció: “Es necesario no hacerse ilusiones: dos Estados separados no pueden coexistir ni mantenerse independientes el uno del otro en la isla que nos cobija desde los más remotos orígenes históricos.” En función de esas consideraciones, Boyer amenazó, y cumplió, con invadir militarmente la parte española de Santo Domingo.
Parecería que Núñez de Cáceres, quien apenas contaba con el apoyo del Batallón de Morenos y con el de su élite, con el movimiento que ideó y llevó a cabo, no calculó el riesgo al que exponía al pueblo dominicano frente a Haití. Los dominicanos entonces eran incapaces de defenderse de nadie; pero la creencia general era que, mientras permanecieran bajo la tutela de España, las probabilidades de una invasión militar haitiana eran mucho más remotas.
El Acta Constitutiva, que sirvió de base jurídica al joven Estado, determinó que la Parte Española de Haití adoptaba el sistema republicano de gobierno; y en su artículo cuarto se especificó que se aliaría con la República de Colombia para convertirse en uno de los Estados de esa Unión federativa.
¿Qué indujo a Núñez de Cáceres a declararse independiente bajo la protección de la Gran Colombia? Al parecer procedió de esa manera convencido de que el Estado vecino respetaría esa decisión, pues se recordará que, en 1816, el general Alexandre Petion había brindado un valioso respaldo a Simón Bolívar para su proyecto libertador en contra de España.
Pero las gestiones que inició el gobierno de Núñez de Cáceres en Caracas, con el propósito de que el nuevo gobierno dominicano formara parte integrante de la confederación colombiana, no lograron su cometido, pues Bolívar se hallaba en campaña fuera de Caracas y todavía no había culminado su proyecto libertador en el continente suramericano.
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El pueblo dominicano entonces quedó prácticamente aislado, sin ningún poder extranjero que pudiera asistirle para desarrollar el proyecto independentista, ni mucho menos protegerlo frente a una invasión militar procedente de Haití.
Así las cosas, a principios de febrero Jean Pierre Boyer llegó a la ciudad de Santo Domingo al frente de un ejército de 12,000 soldados, en donde decretó la incorporación del Santo Domingo español a la República de Haití. A partir de ese momento, 9 de febrero de 1822, comenzó la Dominación Haitiana sobre el pueblo dominicano que se extendió por 22 años.