Poco después de que Sharon Oakley diera a luz en 2018, sus conocidos no tardaron en felicitarla por su apariencia. «Te ves muy bien, ¡realmente te has recuperado!», dice que la gente le decía a los meses de tener a su bebé.
Puede que pareciera así, pero la realidad era diferente. Si bien había perdido la mayor parte del peso que había ganado durante el embarazo, físicamente estaba sufriendo.
Ávida corredora, Oakley, una canadiense que vive en Yorkshire, Reino Unido, amaba trotar con su hijo en el cochecito, una rutina que retomó seis meses después de dar a luz. Pero perdía orina todo el camino. De vuelta en el trabajo, también comenzó a experimentar pérdidas de orina en la oficina.
Después de un complicado proceso de diagnóstico, a Oakley se le diagnosticó prolapsos de vejiga, rectocele y uterino, donde los órganos pélvicos, que no se mantienen en su lugar adecuadamente debido a un piso pélvico debilitado, se salen de su posición normal.
Cuatro años después, su condición ha mejorado. Pero todavía sufre pérdidas ocasionales. Lleva ropa interior de repuesto con ella a todas partes. Se preocupa cuando corre. Por un tiempo, pensó que podría tener que renunciar a su trabajo.
«Es una parte muy extraña de nuestra cultura en la que medimos el período posparto de una mujer en términos de cómo se ve, en lugar de cómo se siente», dice Oakley. «Me veo bien, pero tengo estas lesiones con las que sigo lidiando todos los días».
Problemas tras el parto
Historias como la de Oakley son mucho más comunes de lo que se habla públicamente. Si bien no siempre es sintomático, el prolapso de órganos pélvicos por sí solo afecta hasta al 90% de las mujeres después del parto.
Aproximadamente un tercio experimenta incontinencia urinaria, que también puede ser causada por un suelo pélvico demasiado apretado, tejido cicatricial o daño en los nervios.
La diástasis abdominal, donde los músculos abdominales que se separan para dar cabida a una barriga en crecimiento aún no se han vuelto a unir, -algo que puede hacer que la barriga parezca abultada y causar dolor, estreñimiento y pérdidas de orina, así como dificultad para caminar o levantar objetos- afecta al 60%.
E incluso en ausencia de lesiones específicas durante el embarazo o el parto, los cambios fisiológicos drásticos que ocurren durante el embarazo, el trabajo de parto y el posparto, desde las hormonas que le indican al cuerpo que retenga las reservas de grasa, hasta la presión sobre el suelo pélvico y los nutrientes que se extraen fuera de la dieta de la madre para alimentar a un feto o a un bebé lactante, significa que serequiere tiempo para recuperarse y sanar.
Pero muchas mujeres descubren que, una vez que nace el bebé, el mensaje que reciben no es para descansar y recuperarse. Es volver al cuerpo y comportamiento que tenían antes de quedar embarazadas.
En los medios de comunicación, los cuerpos de las celebridades posparto se diseccionan en función de si han perdido peso o no, con poco o ningún conocimiento de qué otras condiciones podrían estar enfrentando.
Abundan los programas de dieta y acondicionamiento físico dirigidos a las madres, relativamente pocos de ellos dirigidos por expertos en salud posparto. Amigos, familiares e incluso colegas suelen hacer comentarios sobre la apariencia física de una madre. Y mientras que el «cuerpo de papá», que se refiere a un hombre con un físico «promedio», está teniendo un momento de celebración, las personas que realmente dan a luz rara vez disfrutan de la misma libertad.
Para algunas madres, la presión de perder peso rápidamente, combinada con el apoyo médico y la atención posparto inadecuados, puede ser una mezcla tóxica, incluso peligrosa, que puede empeorar las lesiones del parto y dificultar la curación. También puede afectar la salud mental y física en uno de los períodos de la vida más vulnerables, con falta de sueño y emocionalmente turbulentos.
Cambios inevitables
Convertirse en madre significa más que entrar en una nueva etapa de la vida. Es una transformación de la vida, la mentalidad, incluso la identidad.
Para muchas mujeres, es probable que sea la primera vez que son completamente responsables de un ser humano pequeño y vulnerable. También puede ser la primera vez que no trabajan o dependen económicamente de una pareja.
Sobre todo en países que no cuentan con una licencia parental adecuada o políticas de apoyo para el cuidado de los hijos, pueden estar enfrentando estrés financiero.
Y cuando regresan a su trabajo, las madres a menudo se sienten presionadas a proyectar una imagen de que la maternidad no las ha cambiado, para evitar la «multa de la maternidad«, que afecta sus salarios y perspectivas laborales.
Eso es a pesar de que es bien sabido que tener hijos no solo afecta las prioridades de las personas sino que incluso les cambia el cerebro.
Todo esto está sucediendo, por supuesto, en un momento en que muchas mujeres están más agotadas que nunca. Se están recuperando físicamente del embarazo y el parto. Y más de una cuarta parte está experimentando problemas de salud mental como depresión posparto o trastorno de estrés postraumático relacionado con el nacimiento.
Sin embargo, además de todos estos factores estresantes omnipresentes, las madres, sobre todo en Occcidente, se enfrentan a la presión de «recuperarse» rápido, y que no se vean como si hubieran estado embarazadas o tenido un parto o un hijo.
«Muchas nuevas madres que dan a luz sienten que tienen que hacer mucho para demostrar que su embarazo no las cambió ni a ellas ni a sus cuerpos en absoluto», dice Jennifer Lincoln, obstetra, ginecóloga y especialista en lactancia en Portland, Oregón, Estados Unidos.
Esta es una «realidad inalcanzable para muchas», dice. Sin embargo, las mujeres aún internalizan esta presión y, a veces, llevan sus cuerpos al límite de manera peligrosa.
«He visto a personas que comenzaron a hacer ejercicio solo una semana después del parto y luego tuvieron problemas con el prolapso cervical y uterino porque hicieron demasiado esfuerzo y aumentaron el sangrado», dice Lincoln.
«También he tenido padres biológicos que estaban amamantando pero que redujeron sus calorías demasiado drásticamente y su suministro de leche se redujo».
Cambios aunque no haya complicaciones
Incluso en un embarazo y un parto saludables, el cuerpo cambia mucho. Muchos de esos cambios fisiológicos significan que el regreso al ejercicio vigoroso o la reducción de calorías debe realizarse con precaución. Otras transformaciones físicas pueden haber llegado para quedarse, haciendo que recuperarse sea un objetivo imposible.
En primer lugar, está el aumento de peso. «Cuando estás embarazada, tienes un excedente de todas estas hormonas que nos dicen que mantengamos este peso porque lo necesitamos», dice Jenna Perkins, enfermera especializada en salud de la mujer y experta en trastornos del suelo pélvico.
«Necesitamos estas reservas de grasa alrededor de nuestro vientre para proteger nuestro útero sensible y al bebé que está creciendo dentro».
Mientras tanto, los músculos de los abdominales y del suelo pélvico se estiran. Llevar un feto y el estrés del parto vaginal aumenta el peso y la presión sobre el suelo pélvico. Incluso los huesos se mueven: durante el embarazo, la pelvis se inclina y se vuelve, en promedio, alrededor de 2,5 cm más ancha.
Muchas mujeres también requieren una curación en caso de cesárea o un desgarro perineal. Esto puede tomar más tiempo de lo que les dicen a muchas mujeres. Seis semanas después de una cesárea, la mayoría de las cicatrices no se han curado por completo y la fascia abdominal, que mantiene los órganos y los músculos en su lugar, ha recuperado menos del 60 % de su fuerza original.
Todos estos cambios y posibles resultados, dicen los expertos, significan que la idea de que las mujeres pueden volver fisiológicamente a su cuerpo anterior al embarazo a las pocas semanas de dar a luz es inexacta en el mejor de los casos y arriesgada en el peor.
Si yo perdí peso, tú también puedes
A pesar de esto, el mensaje que enfrentan las mujeres después del parto es claro: restablece tu cuerpo y hazlo lo más rápido posible.
El énfasis en la pérdida de peso posparto se deriva de una serie de factores. Pero en el fondo, la cultura de recuperación surge de nuestras ideas sobre la maternidad moderna en general, dice Sophie Brock, socióloga de Sídney, Australia y presentadora del podcast The Good Enough Mother.
«Las madres están sujetas a ciertas reglas y expectativas sociales de una forma en que no lo están quienes no son madres», dice. «La presión cultural sobre la ‘recuperación’ es un ejemplo de eso. Se espera que las madres puedan borrar cualquier evidencia física de haber tenido hijos alguna vez, mientras dedican su ‘todo’ a sus hijos, mientras intentan cumplir con las presiones y demandas contrapuestas de lo que significa ser una madre/esposa/trabajadora perfecta».
Pero, agrega, «no es posible: se nos pide que cumplamos ideales en competencia y nunca podemos ser ‘suficiente'».
La cultura de las celebridades es tanto un síntoma como una causa. Algunas celebridades, como la modelo Emily Ratajkowski, parecen haber tenido abdominales planos solo unos días después de dar a luz. Otras estrellas de alto perfil han compartido públicamente detalles de su pérdida de peso, hasta su dieta y planes de entrenamiento.
Y cuando las celebridades no han regresado de inmediato a sus cuerpos anteriores al bebé, los medios de comunicación a menudo destacan a estas mujeres como diferentes o excepcionales. Ese enfoque significa que los cuerpos posparto se vuelven tema de conversación, convirtiéndose a veces en el centro de la opinión pública, independientemente del contexto en el que se presenten estos artículos.
«Ves a Rihanna en este momento siendo criticada por no perder el peso tras el embarazo, o siendo elogiada por lo mismo», dice la influencer y presentadora de TV británica Ashley James, quien tuvo a su primer hijo en enero de 2021. «¿Por qué es incluso el tema principal de conversación?»
Marketing
El marketing de productos también juega un papel. Las redes sociales y Google están inundados de anuncios de clases de entrenamiento intensivo y planes de dieta dirigidos a las madres. Incluso hay productos físicos posicionados como ‘»soluciones» para restaurar los cuerpos anteriores al bebé.
Margo Kwiatkowski, fisioterapeuta ortopédica y del suelo pélvico en Ventura, California, señala el uso popular de fajas abdominales, cinturones de compresión para el abdomen que algunas mujeres usan después del parto. «No van a encoger tu barriga», dice ella. Pero su aversión va más allá de eso.
«Muchas de las fajas abdominales que se venden en línea y se comercializan para las personas que están en el posparto son legítimamente como un corsé», dice, lo que potencialmente puede empeorar el prolapso.
Por mucho que una persona no quiera ‘aceptar’ la cultura de la recuperación, es difícil no verse afectado en absoluto, dice la socióloga Brock. «La cultura se desarrolla a través de nuestras familias, relaciones, carreras, instituciones, a qué medios estamos expuestos, etcétera. Entonces, algunos podrán construir/desarrollar/tener más ‘inmunidad’ a este mensaje que otros».
Presión cultural
Una persona que descubrió cómo la afectaron estos mensajes es Lucy Kingsford de Cambridge, Reino Unido.
Cuando nació su hijo en enero de 2022, Kingsford se sometió a una episiotomía, un procedimiento común en el que se corta el perineo durante el parto para que pueda salir el bebé. Los puntos se infectaron. El dolor era tan insoportable que no podía sentarse.
«Ni siquiera podía acostarme correctamente. Si caminaba durante más de cinco minutos, se me abrían los puntos. Estaba tomando tres rondas diferentes de antibióticos y tuve que dejar de amamantar porque estaban enfermando al bebé», dice. Kingsford.
Ni hablemos de volver a su cuerpo anterior al bebé: le tomó cuatro meses comenzar a caminar nuevamente.
A pesar de todo lo que le pasó, también se siente acosada por la presión cultural para recuperarse, una realidad que la ha dejado sintiéndose derrotada, ahora con ocho tallas más grande que antes del embarazo.
«Los primero días ya son bastante difíciles. Y luego los medios de comunicación publican artículo tras artículo, diciendo: ‘Oh, estas celebridades se ven geniales solo unas semanas después del bebé’. Pero los peores son de personas ‘normales’, no de celebridades, que dicen ‘He perdido todo este peso, tú también deberías hacerlo'», dice.
«Tuve una depresión posparto bastante grave, y no creo que ver estos artículos en Facebook haya ayudado».
Otra mujer que ha expresado abiertamente las consecuencias de la cultura de la recuperación en la salud física y mental de las mujeres es la influencer James. «Recuerdo que pensé: ‘Han pasado las seis semanas, voy a hacerme el chequeo del médico de cabecera y voy a salir a correr de nuevo'», dice.
«Mi fisioterapeuta de salud pélvica dijo: ‘¿Puedes venir a verme antes de empezar a correr de nuevo?’ Y fue entonces cuando me diagnosticó prolapso. Dijo que si hubiera seguido corriendo, en realidad habría sido peligroso, porque habría empeorado el prolapso».
Afortunadamente, dice James, comenzó el embarazo y el posparto después de haber trabajado en su relación con su cuerpo, en gran parte porque tuvo un bajón antes, alrededor de 2014, cuando sufrió ataques de pánico antes de ir a un evento porque le preocupaba verse «enorme».
«Cuando quedé embarazada, estaba emocionada, porque estaba pensando ‘Que se vengan los cambios'», dice ella. «Tengo líneas en mi barriga donde se estira la piel, pero en realidad me gustan bastante… Me gusta la idea de que tu cuerpo es casi como un tapiz creado por la madre naturaleza, y todas las pequeñas cicatrices que tienes de diferentes historias de tu vida, y dar a luz a tu hijo».
Pero sentimientos como los de James siguen siendo la excepción, no la norma.
«Mi esposo se llevó la balanza»
Por supuesto, existe otra realidad: para muchas mujeres, por mucho ejercicio o dieta que hagan, su cuerpo no volverá a ser como era antes del embarazo.
Esto es normal, dice Surabhi Veitch, fisioterapeuta y entrenadora física posparto basada en Toronto, Canadá.
«A menudo hablo del posparto como si fuera la pubertad. No pasamos por la pubertad y esperamos que nuestros cuerpos se vean como cuando teníamos nueve o diez años. Sabemos que nuestros cuerpos han cambiado permanentemente», dice. «Durante el embarazo o el posparto, no estamos cambiando tan drásticamente, pero hay un cambio masivo. Y la mayoría de las mujeres no volverán a verse exactamente como antes».
Pero en una cultura que valora la recuperación y hace que suene como si recuperarse fuera accesible y saludable para todas las mujeres, no tener un físico delgado y un cuerpo capaz de todo lo que era antes del embarazo puede parecer un fracaso.
Incluso las mujeres que priorizaron recuperarse y pensaron que, en general, fue positivo, tienen sentimientos encontrados. Antes de quedar embarazada, Hannah Lucy Galliers de Gloucestershire, Reino Unido, siempre había hecho del ejercicio una «gran prioridad».
Pero entre los confinamientos por la covid-19, el cierre de los gimnasios y el embarazo, dice: «Ya no reconocía quién era, no reconocía mi rostro en el espejo». Después de curarse de una cesárea, regresó inmediatamente al gimnasio.
«Siempre usaba el ejercicio para regular mi salud mental y era muy importante para mí recuperarlo», cuenta. Pero, dice, también ha estado motivada por querer lucir delgada.
Ha sido difícil encontrar un término medio.»Cuando comencé a enfadarme porque la báscula no había bajado o había aumentado un poco, mi esposo me quitó la balanza porque no quería que me enfermara más», dice. «Puede volverse algo muy obsesivo, porque vivimos en una sociedad donde los valores de las mujeres están determinados por el número en la balanza».
James, quien ha sido parte de la resistencia a la cultura de la recuperación en las redes sociales con publicaciones que celebran los cambios de su cuerpo, señala que centrarse en el peso de una persona después del parto no solo es riesgoso para la salud mental y física. También es una inversión extraña de cómo las mujeres tienden a ser tratadas durante el embarazo.
«Son nueve meses donde todos te dicen lo radiante que estás y lo hermosa que eres. Y luego, te dicen un poco, ‘Puaj'». «No debería importar cómo te ves por fuera. Debería ser como, ‘Guau, gracias por traer vida a este mundo’. Como, ‘¿Estás bien?'»