El jefe de la Policía Nacional, mayor general Nelson Peguero Paredes, ha hecho un pronunciamiento sin precedente que deja atónita a buena parte de la población.
Por lo menos a mí.
Dijo tajantemente el jefe policial que él no aceptará sobornos de parte de generales subalternos a cambio de conceder favores especiales, como venía sucediendo hasta ahora.
Esta afirmación confirma lo que siempre ha sido un secreto a voces: que a la Policía hay que depurarla desde arriba hasta abajo, porque la verdad monda y lironda es que allí lo que hay es una mafia salpicada nomás por unos pocos oficiales y agentes honestos a quienes hay que sacarles su comida aparte. Para éstos vaya todo nuestro respeto y colaboración.
El anuncio hecho por el jefe de la Policía es, pues, sin duda,un acto de valentía y responsabilidad digno de encomio. Pero, sin quitarle méritos, está incompleto.
Ello así porque, si se sabe que existe esa irregularidad, es lógico que también se sepa quienes son sus autores y practicantes, y éstos deben ser sancionados y sometidos a la acción de la justicia.
La sociedad quiere una institución policial sana, eficiente y confiable. La sociedad la merece. La sociedad espera por ella.