Desde mi adolescencia me incliné por el pensamiento constructivo, el conocimiento de los problemas de nuestro país. Me preocupo, desde entonces, por saber, tener conciencia y servir de bujía inspiradora de ideas de desarrollo intelectual, profesional, humano y espiritual.
Pero sin conocer la lengua, la filosofía, la mitología, entre otras disciplinas, con bajo nivel de entendimiento y de compromiso con un pensamiento bien estructurado, las acciones serían limitadas.
Con el paso del tiempo y las oportunidades que me ha dado la vida, como con mis inquietudes por una estructura institucional y jurídica sólida para el país, he podido asumir la verdad como correspondencia. Esta define nuestro ser social, como la concibió Aristóteles.
Palabras que expresen claramente mis pensamientos, acompañadas de un buen vocabulario, han sido para mi instrumentos imprescindibles al servicio de los objetivos de una argumentación fluida, cierta, creíble y convincente en el ejercicio de mi profesión. Todo con las miras puestas en un país cada vez más desarrollado, caracterizado por la libertad, con mayores y mejores niveles de igualdad, de educación y cultura.
Creo que la corrección en el idioma impacta la vida de todos, pues tiene un poder transformador y trascendente. Es tal que el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Hermosas palabras inspiradas por Dios al apóstol Juan. Jesús es la palabra encarnada, con quien el Padre envía a la humanidad su mensaje salvífico. Es la mejor imagen del valor de la palabra y de la comunicación.
Me convencí que la palabra tiene tanta fortaleza que cuando hablamos con corrección podemos influir en el presente y en futuro de los demás. Es tal que también el silencio, cargado de palabras y pensamientos, apoyado en la acción, nos indica que no debemos callar tantas veces cuando deberíamos hablar y callar tantas veces en que no deberíamos hablar.
Sin el pensamiento correctamente comunicado no podemos expresar adecuadamente nuestras emociones, no inspiraremos a los demás, no guiaremos ni impulsaremos acciones entusiastas y positivas como tampoco lograremos revisar lo que hemos realizado negativamente.
La palabra ha sido para mi esperanza y da sentido a nuestra vida, porque nos marca el camino, suma el optimismo y aleja nuestros miedos, para ser seres de luz, a lo que todos debemos aspirar.