La modalidad en Artes: ¿Un bachillerato para el planeta Marte? Misión rescate

La modalidad en Artes: ¿Un bachillerato para el planeta Marte? Misión rescate

La modalidad en Artes: ¿Un bachillerato para el planeta Marte? Misión rescate

*Por Werner Ramírez 

Permítanme usar la película de ciencia ficción The Martian o Misión Rescate (en la versión en español) y a Mark, su protagonista, como metáfora de lo que quisiera expresar en estas líneas. La película basada en una novela de Andy Weir muestra las dificultades por las que tiene que atravesar un explorador espacial que se ve obligado a sobrevivir en el planeta rojo confiando en sus habilidades científicas y técnicas, mientras busca la forma de regresar a la Tierra tras quedar abandonado por los demás miembros de su misión que lo dieron por muerto en una tormenta marciana.

Prácticamente sin recursos más allá de su ingenio, ataviado con un traje espacial, un casco y un tanque de oxígeno, Mark procurará resistir mientras la NASA, por un lado, y los miembros de su tripulación, por otro, intentan rescatarlo.

Algo similar – valga la licencia –ha vivido el Instituto Politécnico Parroquial Santa Ana (IPOPSA) de Gualey, el primer centro educativo que en 1997 pasó a ofertar la modalidad en Artes, bajo la Ordenanza 1´95 con un diseño curricular ajustado a las necesidades de la época y la demanda de la sociedad, pero que 25 años después queda corto para los 70 centros que actualmente existen a nivel nacional brindando esta modalidad de estudios.

La «tripulación» de esta nave marciana, es decir, 12,395 estudiantes, esperan ser rescatados de las condiciones extremas en los que intentan sortear su destino. ¿Sabemos todos el por qué? Así como el desértico entorno marciano no es precisamente un lugar acogedor para el ser humano por tratarse de un planeta extraordinariamente hostil para la vida, he podido constatar la precariedad con que se desenvuelven estos centros donde son escasos los materiales, instrumentos e insumos para el desarrollo de competencias y para el apoyo de los aprendizajes, a pesar de que nuestros docentes (llamados monitores) y, por supuesto, los y las estudiantes año tras año se esfuerzan en obtener resultados que, en su mayoría, se ubican en un nivel satisfactorio, aunque podrían ser excelentes.

Desde el principio, en coherencia con el enfoque por competencias que se impulsa en el currículo vigente, asumimos la visión de que los centros en Artes se concibieran como el primer laboratorio impulsor de la Economía Naranja, y así superar la retórica de la innovación y ser capaces de alcanzar en la práctica las estrategias definidas e impulsar la empleabilidad y el emprendimiento de los y las jóvenes que cursan esta modalidad de estudios.

¿Por qué un bachillerato en Artes?, me preguntó recientemente una periodista. Porque lo demanda la sociedad, respondí. Para el inicio del año escolar lectivo 2021-2022 se recibieron 31 solicitudes de apertura de centro para esta modalidad; decidimos aprobar 5, con el propósito de crecer aumentando la calidad. Para esto último, entre otras cosas, hemos entregado en los últimos 2 años más de 6,000 instrumentos musicales, y más de 30,000 materiales e insumos para las menciones de Danza, Teatro, Artes Visuales, Creación y Producción Artesanal en Metal Madera y Creación y Producción Artesanal en Cerámica, Joyería y Bisutería.

Adicionalmente, y más importante, porque aún con las precariedades los resultados están a la vista: en los centros educativos que ofertan los bachilleratos en modalidad en Artes han bajado los embarazos en adolescentes y los índices de violencia y ha crecido la empleabilidad y el emprendimiento porque ese es uno de los objetivos de la educación, formar jóvenes capaces de transformar su entorno.

Los modelos educativos deberían ser modelos competitivos, centrados en el esfuerzo y los resultados, ajenos a los movimientos pendulares de la alternancia política.

Es necesario continuar liderando una propuesta colegiada capaz de seguir enderezando una política educativa que ha sido errática por más de 16 años. Posiblemente este sea el reto más importante que tiene en sus manos el gobierno de cara a las próximas décadas.

La educación no solo es la principal, sino también la mejor herramienta para ayudar a desarrollar personas y mejorar el país en el que vivimos. La escuela reclama a todos los actores que formamos parte del sistema educativo a unir fuerzas y disposición para alcanzar el horizonte del cambio que necesitamos como sociedad.

La escuela debe hacer que el aprendizaje sea interesante y relevante para los estudiantes. Situar al alumno en el centro del proceso de aprendizaje significa darle voz, empoderarlo, brindarle la oportunidad de escoger y actuar sobre su propio aprendizaje.

Recuperemos la idea de que educar a la persona es lo más importante, soñemos y vislumbremos una escuela a color. Asumamos el reto de lograr un sistema capaz de sostener la oportunidad educativa y de desarrollo de la Economía Naranja y el fortalecimiento de las Industrias Culturales y Creativas (ICC) que se ha puesto en marcha, con el objetivo de una educación para que miles de jóvenes puedan vivir mejor.

La educación es un servicio público sustancial de la sociedad del bienestar, un bien común, un derecho individual y deber colectivo que no puede reducirse a un gasto, sino concebirse como la mejor de las inversiones. Por tanto, convertir estos 70 liceos de Artes en centros reales y no solo de nombre es fundamental para garantizar una sociedad mejor y sostenible.

Como decía el filósofo y escritor español Fernando Savater: «El ser humano pasa por dos gestaciones: la primera en el útero materno y la segunda en la matriz social en que se cría».

* El autor es director de la modalidad en Artes del Ministerio de Educación de la República Dominicana (MINERD).



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