Aspecto de las diferentes vestimentas usadas por las damas. fotos de CÉsar Langa Ferreira (LIBRO: Historia del vestido, DE Albert Racinet)
A pesar de la austeridad característica de los reinos Ibéricos, la moda femenina que viajó a las tierras recién descubiertas recibió, durante el siglo XVI, la influencia de los territorios que componían en aquella época lo que hoy en día conocemos como Italia.
Tras la conquista de Nápoles, llevada a cabo por el rey Fernando de Aragón y Castilla, la austera vestimenta femenina, paulatinamente, fue transformándose.
A pesar de que las tradiciones de la edad media persistían, dentro de las clases altas empezó un cambio y las vestimentas que lucían las damas se hicieron más coquetas y llamativas. El jubón dejó de llevar cuello por lo que se podía ver la parte superior de la camisa.
Sin embargo, los cuellos vueltos de los vestidos y prendas exteriores, se hicieron cada vez más largos, hasta llegar a la mitad de la espalda.
Si la dama no llevaba el llamado sobretodo, este se reemplazaba por una capa sin cuello, la que se ponía encima del jubón e iba abierta por delante.
La esposa del virrey don Diego Colón, nieta del primer duque de Alba y sobrina de Fernando de Aragón, el rey católico, desembarcó en la ría del Ozama acompañada de dueñas y doncellas hijasdalgo, para casarlas con los personajes principales de Santo Domingo, la nueva capital de Indias, como llamaban en aquella época, al territorio más allá del mar Tenebroso.
Los trajes que vestían, llenaron de admiración a los personajes aposentados en la nueva ciudad.
Generalmente la prenda exterior era larga y el corpiño cuadrado, el que dejaba ver una blusa ligera y mangas sueltas. La indumentaria se llevaba con un cinturón trenzado de plata u oro. Cuyos extremos caían por delante o a un lado.
Los tocados o templetes, se ajustaban por detrás, a los lados y por delante podían llevar un ribete ancho bordado con cuentas de cristal o perlas. A pesar del calor, las damas cubrían sus cabellos con estos aditamentos, los que variaban en estilo.
Las mangas cubrían los hombros y brazos casi por completo. Las largas colas de los trajes, no impedían el paseo, puesto que la intención, era ser vistas y admiradas por los habitantes de la nueva capital de Indias, trazada al estilo del castro romano, a la que se le agregaron, calles, plaza central y se repartieron solares, entre los pobladores.
En la primera época, no existían los coches cerrados, por lo que se hacían transportar en literas, sostenidas por sirvientes, por medio de maderos ajustados a los cuatro lados de las literas.
Influencia flamenca
La influencia flamenca, también se trasladó a Santo Domingo. No hay que olvidar que Don Diego Colón, fue pajecillo de Don Juan, heredero de los Reyes Católicos, casado con Margarita de Flandes.
A medida que se descubrían nuevas tierras, se fueron agregando adornos a la vestimenta femenina. En la capital del nuevo mundo, no podía faltar el abanico, de origen chino, plegable.
Llevado a la península Ibérica, por navegantes y comerciantes portugueses.
El abanico de mano, servía, no solo para refrescar a la dama, sino también como adorno y, además, poseía un lenguaje secreto, según el movimiento que la mano femenina, le diera al carísimo objeto.
En memoria de César Iván Feris Iglesia
Clase baja
—Sencillas vestiduras
Las pocas mujeres de clase baja que desembarcaron en la capital del nuevo mundo, continuaron usando las sencillas vestiduras del campo y del pueblo llano con que se cubrían, en la Península Ibérica, con muy pocos cambios.
*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS y CÉSAR LANGA FERREIRA