La matanza de los haitianos ordenada por Trujillo

La matanza de los haitianos ordenada por Trujillo

La matanza de los haitianos ordenada por Trujillo

Hace 75 años la frontera entre Haití y la República Dominicana fue el escenario de una masacre que, aunque ha formado parte durante mucho tiempo del imaginario colectivo haitiano, era desconocida para el resto del mundo.

El episodio se bautizó como la «masacre del perejil», porque los soldados dominicanos llevaban una rama de perejil y le preguntaban a los sospechosos de ser haitianos que pronunciasen dicha palabra.

A aquellos que tenían como lengua materna el criollo haitiano les resultaba difícil, un error que les podía costar la vida.

Los historiadores estiman que entre 9.000 y 20.000 haitianos fueron asesinados en la República Dominicana bajo las órdenes del dictador Rafael Trujillo.

Los cuerpos fueron arrojados en el Río Masacre, ominosamente bautizado así por una antigua disputa colonial entre España y Francia.

Los asesinatos de 1937 cambiaron la relación entre los dos países de la isla La Española y sus efectos pueden verse todavía hoy.

Desde finales de septiembre a mediados de octubre de ese año hombres, mujeres y niños fueron primero reunidos y posteriormente golpeados hasta la muerte solo por el hecho de ser haitianos.

Incluso dominicanos de piel oscura fueron víctimas de una purga conocida como «el corte».

Los extranjeros como chivo expiatorio Los migrantes haitianos han cruzado durante generaciones la frontera en el norte de la isla para trabajar en las plantaciones de azúcar de la República Dominicana.

Pero durante la gran depresión que comenzó en 1929 la economía del país cayó en picado y los inmigrantes se convirtieron en el chivo expiatorio.

Documentos diplomáticos estadounidenses de la época describen los asesinatos como «una campaña sistemática de exterminación».

Trujillo era un importante aliado de Estados Unidos, pero después de que la magnitud de la masacre saliese a la luz la administración del presidente Franklin D. Roosevelt hizo que el gobierno dominicano pagase reparaciones a las familias de las víctimas – un dinero que en última instancia nunca llegó a su destino.

Hay evidencia de que en muchos pueblos dominicanos la gente arriesgó sus vidas para ayudar a sus vecinos, pero en otros muchos incluso los delataron.

Historia compartida En la actualidad la frontera está abierta los lunes y los viernes.

El puente que conecta la ciudad de Dajabón en el lado dominicano y Ouanaminthe en Haití es un mar de gente con productos para comerciar.

Las dos ciudades, donde se oyen ecos tanto del criollo como de la lengua española, dependen una de la otra.

«Son más las cosas que tenemos en común que las que nos diferencian. Trujillo intentó despojar a la República Dominicana de sus raíces haitianas pero nuestras culturas y formas de vida son muy parecidas», dice Lesly Manigat, un médico haitiano que vive en la ciudad dominicana de Santiago.

«Franceses, españoles, africanos… la nuestra es una historia compartida».

El doctor Manigat pertenece a un grupo llamado «Frontera de luces», que celebra el aniversario con arte, poesía y acciones sociales en un intento por acercar a ambas comunidades.

Para conmemorar la fecha hubo misas en honor de los muertos en las dos ciudades fronterizas y la gente participó en una vigilia con velas en la que marcharon hacia la frontera.

Se pudieron oír voces de apoyo a medida que las luces intermitentes de las velas descendían por el río.

Pero para algunos ya ha pasado demasiado tiempo.

Varios diarios dominicanos argumentaron que el aniversario podía propiciar un aumento de la tensión, pero sus organizadores aseguraron que era importante recordar.

«La gente lo ha descrito como 75 años de silencio, y esta es una oportunidad para hablar sobre ello porque todavía sufrimos estas heridas y para no repetir el pasado», afirma Cynthia Carrion.

Esfuerzo conjunto Aun así, las actitudes marcadas por un oscuro pasado persiguen a los dos países.

Se estima que en la República Dominicana viven más de un millón de inmigrantes ilegales haitianos y que en Dajabón, provincia en la frontera, el tráfico de personas está muy extendido.

«A nivel del estado hay todavía cierta sensación de rechazo hacia los haitianos de piel oscura»

Edward Paulino, un dominicano-estadounidense miembro de «Frontera de luces»

«Después de 1937 la cultura dominicana se hizo exclusiva. A nivel local la gente podía trabajar junta y aceptar que tenemos una sociedad mixta, de la cual los dominicanos de origen haitiano son también parte», afirma el doctor Edward Paulino, un dominicano-estadounidense miembro de «Frontera de luces».

«Pero a nivel del estado hay todavía cierta sensación de rechazo hacia los haitianos de piel oscura».

Hace poco un trabajador haitiano presuntamente mató a un dominicano en una ciudad de la frontera, Loma de Cabrera.

Los locales le dijeron a los haitianos que abandonasen el pueblo en las siguientes 24 horas.

Pero muchos de los que tomaron parte en las celebraciones para marcar el aniversario de la masacre coincidían en la unión que existe entre la gente a ambos lados de la frontera.

«Llevamos a cabo la limpieza de un parque en el lado haitiano. Uno de los voluntarios no podía creer que hubiésemos venido a ayudar a limpiar su comunidad y entonces me di cuenta que era la primera vez que hacíamos algo así» dijo Sady Díaz, una de las organizadoras.

La gente de los dos pueblos se volverá a juntar este mismo mes para pintar murales en la frontera, un eterno tributo a aquellos que murieron.



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